Se los llama “megasexuales” y tienen un perfil recio, pero también solidario y sensible.
Debido a una evolución natural o a causa de las exigencias femeninas, los hombres quieren encontrar su nuevo lugar en el mundo. Hace unos años aparecieron los tan alabados metrosexuales.
Hombres a los que no les importaba mostrar su lado más femenino, que se cuidaban y hasta usaban cremas hidratantes. Fueron los años del reinado de David Beckham, la estrella metrosexual por excelencia.
Sin embargo, desde hace un tiempo están en decadencia. Hasta Beckham se dejó la barba y refleja una imagen más varonil.
Los prototipos afeminados están siendo sustituidos por hombres maduros que transmiten fortaleza, decisión, elegancia , un modelo que vuelve a imponerse en las publicidades. Los reyes de la belleza masculina son ahora Hugh Laurie, George Clooney, Javier Bardem, Antonio Banderas…
Son los megasexuales: hombres que no renuncian a cuidarse, aunque no se embanderan con eso, sino con la virilidad.
“Se ha creado una extraña confusión en que todo lo masculino es igual a machismo. Decir que lo viril es machista es una exageración”, reivindica el doctor Prieto, coautor del estudio “El discreto encanto de ser masculino”.
Los megasexuales son imagen, pero también concepto. Son hombres cercanos a los afectos, contrarios a la violencia , solidarios, que han descubierto la palabra y la escucha, la entrega. Capaces de expresar sus emociones, de hablar del miedo y del dolor, de dar afecto y de recibirlo. “Hay una necesidad de cambio y formas diferentes de plantearse la manera de ser hombre, la sexualidad, la vida. Naces hombre y puedes cuestionarte la forma en que deseas serlo , pero sí hay valores básicos; por ejemplo, plantearse la identidad masculina desde la no violencia. Ese sí es un planteamiento innovador,”, destaca el sociólogo Erick Pescador.
En su nuevo papel, el hombre apuesta por el respeto de la libertad individual, por la caballerosidad entendida como humanidad, como educación. Entre las sábanas, los megasexuales son generosos . Despliegan un amplio abanico de juegos de seducción y erotismo destinados a dar y recibir placer, no sólo a obtenerlo. La sumisión femenina y el dominio masculino han pasado a la historia. Saben cómo mirar a una mujer, quieren establecer con ella una buena comunicación, desean que se sienta amada, satisfecha y respetada.
En casa, en las tareas del hogar, en el cuidado de los hijos, los megas dedican horas y esfuerzo . Esta es la travesía más áspera, porque “el hombre debía tener la responsabilidad del patrimonio, que es diferente de la del matrimonio. Tenía asumida una iniciativa, una responsabilidad de siglos. Ahora está reajustando la concepción de cuál es su papel”, concluye el doctor Prieto.
Fuente: http://www.clarin.com