Hacer siempre lo mismo vuelve rígido el cerebro frente a los nuevos desafíos. Sin embargo, cuando nos proponemos aprender algo nuevo, lo que vuelve a la mente es esa plasticidad que tuvo en la etapa estudiantil para adquirir conocimientos. Retomar el estudio tiene infinitos beneficios, empezando porque nos volvemos mentalmente más flexibles, ágiles y activas.
Estos aspectos positivos se ven reflejados en las aulas, ya que la tendencia de estudiar siendo adultos crece año tras año. Según el último censo de la Universidad de Buenos Aires, uno de cada cuatro universitarios que asisten a las trece facultades de la UBA son mayores de 30 años, y en el ámbito privado los números van en alza también. En la actualidad, ser grande ya no es excusa.
Es esperable que un joven que termina el secundario ingrese a una formación terciaria o universitaria, pero también puede suceder que una persona adulta quiera darle un giro a su vida laboral o personal y sienta la necesidad de retomar los estudios. Los paradigmas sociales están cambiando y por eso es importante que no seas vos misma quien se juzgue por no tener la edad en la que comúnmente se espera que estudies. «Sentirse incómoda tal vez se vincule con el prejuicio de creer que a cada etapa le corresponde determinada actividad. Hay ciertas personas que ven la vida como una estantería llena de divisiones donde hay que guardar los respectivos útiles, cada uno a su debido tiempo. Por eso es importante interrogarse sobre los deseos personales y generar nuevas maneras de vehiculizar los anhelos», explica la psicóloga Delia Molina, de Centro Dos. Y propone otro punto de vista: «Deberíamos darnos cuenta de que volver a las aulas es una excelente oportunidad para rejuvenecer nuestras ideas y ampliar la visión. Los jóvenes son inclusivos y allanan el camino del trabajo en grupo con la cuota de frescura acorde a su generación. Y si tenemos hijos es mejor, porque nos permitirá entrar más en sintonía con ellos».
Las motivaciones para comenzar pueden ser diversas. Por un lado, quizás ya tengas una profesión, y el deseo sea puramente experimental. Como contrapunto, puede tratarse de una formación en una carrera que no pudiste concretar en su momento, o que simplemente te sedujo de grande. Sea cual fuese la razón, es bueno saber que el estudio estimula todas las funciones cerebrales y mejora la neuroplasticidad, es decir la capacidad mental para incorporar nuevos conocimientos y hacer que te sientas joven. El doctor Fabián Molina, médico psiquiatra, asegura que los aprendizajes elevan la autoestima porque activan las áreas que tienen que ver con las emociones, y esto da como resultado una mejoría en las relaciones interpersonales y el estado físico.
Pros y más pros
En los últimos años la forma de cursar se volvió más laxa, brindando la oportunidad de estudiar y realizar encuentros virtuales, algo que simplifica la agenda de cualquier adulto que debe cumplir con muchas obligaciones. Otro punto que debés tener en cuenta es cuánto tiempo real vas a poder dedicarle al curso o carrera que emprendas, para saber si tenés que tomar la totalidad de la carga horaria curricular o averiguar si podés cursar menos materias.
Otro mito que muchas veces condiciona este tema es el de la reinserción laboral de personas grandes, ya que muchos piensan que estudiar de adulto imposibilita poder ejercer. Sofía Balcarce, coordinadora de la Asociación Civil Diagonal, que trabaja sobre la incorporación profesional y laboral de gente de más de 45 años, cuenta otra historia: «Hay muchas empresas que comprenden que incorporando a una persona adulta se logra mayor compromiso y lealtad. Además, cuentan con una sabiduría que otorga el paso del tiempo, algo que potencia sus capacidades. Y, en general, si se trata de reinserción, hay mejor predisposición y actitud».
Tener un proyecto nuevo te genera un abanico de motivaciones, que van desde sumar un conocimiento diferente hasta conectarte con otras personas. «Lo que escucho en mi experiencia clínica es que el adulto que decide estudiar algo nuevo se atreve a encontrarse con lo desconocido, y esto genera una sensación de cambio, de expectativas y de embarcarse en emprendimientos vitales», concluye Molina. Y todos estos conceptos demuestran que el tiempo cronológico no tiene ningún tipo de relación con el tiempo psíquico del deseo de cada uno, que es el que verdaderamente importa.
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Cocina
- Instituto Argentino de Gastronomía (IAG). Los cursos inician todos los meses. Hay propuestas para amateurs y avanzados, como cocina profesional, vinos, pastelería o formación en cocina básica. iag.com.ar.
- Mausi Sebess. Podés aprender todos los meses, bajo la modalidad breve o intensiva, especialidades originales como cocina india y diseño de pasteles. mausiweb.com.
- Gato Dumas. Entre las opciones para la segunda mitad del año ofrecen Gerenciamiento Gastronómico a Distancia. Además hay talleres de cata de vinos y seminarios que se dictan en un solo día, donde el objetivo es ser parte de una experiencia gourmet. gatodumas.com.ar.
- IGA (Instituto Gastronómico Argentino). Con cincuenta cursos cortos que inician frecuentemente y dos carreras profesionales que se pueden cursar en forma anual o cuatrimestral, es uno de los que más sucursales tiene en todo el país. También cuenta con una bolsa de trabajo para sus alumnos. iga-la.com.
Idiomas
- En el CUI (Centro Universitario de Idiomas de la UBA) enseñan lenguas que van desde el ruso al mapuche, del hebreo al portugués. Las podés estudiar anual, cuatrimestral, o intensivamente en dos meses. cui.edu.ar.
Psicología social
- Cursos, seminarios y carreras bajo la modalidad presencial o virtual. psicologiasocial.org.ar.
Canto
- Existe una variedad de estilos de enseñanza, e incluso grupos para adultos. Las carreras inician a principio de año, pero en el segundo semestre hay seminarios y cursos cortos. academiadecanto.com.ar.
Astrologia
- Las clases regulares comienzan en marzo, pero constantemente podés tomar seminarios o cursar la carrera en un campus virtual, con material y seguimiento personal del cuerpo docente. casaonce.com.
Fuente: http://www.revistamaru.com