Todas las personas tenemos líneas infranqueables en nuestros cuerpos, es decir, lugares por donde incluso nuestros dedos al rozar nos provocan grima. A mí, por ejemplo, me ocurre en el talón (de Aquiles). Cuando hacemos el amor o realizamos juegos sexuales, todo nuestro ser está expuesto a ser explorado por la otra persona. ¿Qué ocurre cuando en esa expedición dan con nuestro punto de inflexión?
Cuando somos más jóvenes o tenemos relaciones sexuales más tempranas olvidamos que existe la comunicación. A través de ella somos capaces de pedir y mejorar el sexo con la persona que lo estamos haciendo, pero la vergüenza, la falta de complicidad o la inmadurez sexual nos impide hablar de determinados temas.
El hecho de que no queden claros los gustos sexuales de la pareja puede llegar a destrozar la relación y no sólo sexualmente hablando. Muchas mujeres, por ejemplo, odian que les retuerzan los pezones. Así mismo, para muchos hombres, la presión con los dedos en la zona del perineo (entre los testículos y ano) está más que prohibida.
En estos casos, muchos son los que ceden en contra de su voluntad sólo por agradar a la otra persona, pero lejos de eso, lo que creamos es una confusión en ella al ver cómo nosotros no tenemos la cara de satisfacción que deberíamos tener y sí otras muy diferentes como la de »tierra trágame» o »que dure lo menos posible». ¿Qué es lo que debemos hacer en estos casos?
Soluciones prácticas
Son muchos los juegos con los que podemos enseñar de manera indirecta a nuestra pareja los lugares prohibidos en nuestros cuerpos, así como los puntos erógenos en los que se debe centrar. Para ellorecurrimos a los mapas del amor. Tomad lápiz y papel, esto os interesa:
Debemos dibujar nuestro cuerpo de manera que queden identificadas las zonas donde queremos evitar que nuestra pareja toque y también aquellas donde deseamos que preste más atención. Él o ella harán el mismo esquema con nosotros.
¡Atención! En este momento todo debe ir en un mismo color sin resaltar más unas partes que otras. Pasaremos el dibujo a la otra persona y será él quién trace nuestro mapa corporal en base a lo que él/ella piensa que nos gusta u odiamos (esta vez utilizaremos colores diferentes para ambas cosas).
Al terminar, nuestro mapa volverá hacia nosotros y comenzará la evaluación con nuestras parejas. Nos vamos a convertir en examinadores sexuales identificando los fallos que se han tenido. Una vez se han detectado, informaremos a nuestras parejas de los errores y daremos el mapa corporal que deseamos que siga para que ambos lleguen al disfrute pleno de la relación sexual.
Aunque parezca un juego divertido y que no implica mucho tiempo, en realidad es una técnica que no sólo sirve para dar a conocer un poco más los gustos que tenemos, sino también para fomentar la comunicación con nuestras parejas y quitarnos el pudor que en muchas ocasiones nos impiden disfrutar de ese don que nos ha dado la naturaleza: poder disfrutar del sexo.
Fuente: http://www.gonzoo.com