El olor a orina fue la pista definitiva que puso fin a la historia. La policía había recibido un
aviso de un teléfono de atención al menor sobre una niña pequeña que vivía encerrada en un armario de su casa familiar, y un grupo de agentes se había desplazado hasta la vivienda familiar en Kansas City (Missouri, Estados Unidos).
Lo encontraron todo en relativo orden: la casa estaba vacía porque la madre que vivía en ella, una mujer de 29 años llamada Jacole Prince, había salido con sus hijas pequeñas. Pero en cuanto subieron al segundo piso, les atizó el fuerte olor a orina.
Siguiéndolo, llegaron a un armario cuya puerta estaba bloqueada por un cuna.
«¿Hay alguien ahí?», preguntaron los agentes.
Hubo un silencio. Y entonces la voz, débil y tímida, de una niña: «Sí».
Se la encontraron al abrir la puerta. Una chiquilla de diez años, diminuta, esquelética, desorientada. Hacía dos días que no salía de ese armario. Les explicó que el mueble era su habitación. Que su madre la encerraba ahí con frecuencia. De hecho, los vecinos que durante años habían vivido junto a la familia desconocían la existencia de una tercera hija mayor. «La madre nos dijo que tenía dos hijas», recuerda Kimberly Kelley. «No sabíamos que tuviera otra en los tres años que hemos vivido allí».
La pequeña pesaba unos 14 kilos, un tercio de lo que le corresponde a su edad, y según una subsiguiente investigación policial, solo había engordado unos 2,72 kg. desde que tenía cinco o seis años. Tenía, por tanto, latentes problemas de desarrollo. Cuando fue hallada también tenía «múltiples heridas en la piel».
La orina, esa pista que puso fin a su suplicio, resultó ser también su causante. Por lo visto, la niña sufría incontinencia: la chica ha declarado que no podía salir de aquel armario ni a desayunar con su familia, ni a jugar en la calle (detrás del sofá del salón, sí) porque «lo manchaba todo». Añadió que su madre se enfadaba tanto por su incapacidad para contenerse que le «golpeaba en la espalda» porque «no podía evitar hacerme pis encima». Por tanto, le tocaba estar encerrada, a oscuras, sin poder comer todos los días.
La menos está ahora en manos de los Servicios Sociales y Jacole Prince, su madre, ha sido detenida junto a su novio, quién niega tener conocimiento de la historia. La madre no se pudo permitir una negativa tan grande: ha confesado que encerraba a la niña porque temía que, cuando alguien viera su mal estado, ella quedaría detenida. Prince está ahora imputada por agresión en primer grado, abuso a menores y poner en peligro el bienestar de un menor.
Fuente: http://ar.noticias.yahoo.com