A la hora de las relaciones amorosas, hay un repertorio de frases trilladas, desde expresiones para decir «te amo» hasta excusas para terminar un noviazgo; y cuando la duda asalta, hay una clara ganadora, una oración que se impone: «Necesito un tiempo» . Tres palabras que invitan al paréntesis, a pasar una temporada en la tierra de la incertidumbre. Es fácil que cunda el pánico porque, justamente, sentimos que en esta vida, si hay algo que no nos sobra, es tiempo; pero antes de caer vos también en el uso de frases repetidas y responder con un «no creo en los tiempos», vale la pena intentar descifrar qué necesita el otro cuando te lo pide.
¿Por qué te pide un tiempo?
* Porque no sabe cómo terminar la relación
Esa magia del amor que nos toma por sorpresa y logra que te enamores de alguien que jamás hubieras imaginado también está presente a la hora de la partida. Así como llega sin excusas y sin permiso, también puede retirarse de forma caprichosa, porque sí, y entonces, ¿cómo explicarlo?, ¿cómo dar cuenta de un sentimiento que ni siquiera es claro para el que lo experimenta? En esos casos, «necesito un tiempo» funciona como un comodín para pedir una pausa sin justificación aparente. La clave está en no enojarse y darle espacio al otro para que analice cuáles son las razones por las que quiere parar la pelota. De esa forma, ahora no, pero más adelante podrá poner en palabras lo que está sintiendo.
* Porque quiere cuidarte
Ahora bien, supongamos que su pedido se basa en razones concretas y que en realidad busca un game over más que un time out ; te preguntarás: «Entonces, ¿por qué me pide un tiempo en lugar de terminar?, ¿es un rebuscado?». No, es alguien que quiere cuidarte. Piensa que pidiéndote un tiempo elije el mal menor para vos, entonces basa su decisión en el razonamiento de la curita: «Si tiro despacio, va a sufrir menos». Como no puede romperte el corazón, pero tampoco dejar de hacerlo, a la larga terminará tirándote del precipicio, pero este ensayo le permite colocar un colchón de plumas en el suelo. Resumiendo: te pide un tiempo para despedirse en cuotas así vos dosificás tu llanto. Es duro, pero, al fin de cuentas, ¿no te da un poco de ternura?
* Porque realmente lo necesita
A veces, la necesidad de un tiempo es real, él está confundido y no puede hacer como si nada pasara, entonces te pide un tiempo. Ahora bien, ¿es necesario separarse para pensar? En un punto, sí: para reflexionar, debe interrumpirse la continuidad de la cotidianeidad habitual. Si tu chico deja de llamarte todos los días o no te besa de igual forma que antes y vos no podés evitar preguntarle qué le pasa -aunque ya lo sepas- o cuestionar sus actitudes, su propósito se verá frustrado. Y convengamos en que es difícil aceptar la transformación de lo cotidiano, estar al lado de alguien que actúa distinto y fingir que nada está pasando, por eso es más productivo separarse y permitir que el otro piense en perspectiva.
Aceptaste, ¿y ahora?
Dicen que las peores cosas son las que no tienen nombre, las que escapan a la definición de las palabras. En este caso, después de aceptar su pedido, ¿él qué pasó a ser?, ¿tu ex?, ¿tu actual? Parece una mera cuestión etimológica, pero las palabras desencadenan acciones: no te vas a comportar de igual forma si lo consideras un ex que si lo seguís viendo como tu novio.
En el primer caso, puede ser que pienses apelar a la opción «voy a romper la noche así me olvido de todo» -idea clásica después de una ruptura-, pero esta vez no cuadra. Él no te abandonó, ¿qué pasa si te ven con otro?
Por otra parte, se supone que el tiempo que se dieron es para pensar, funciona como un mecanismo similar al que aplicaban nuestros padres cuando éramos pequeños y nos mandaban «a pensar al rincón», no se va al rincón para hacer lío. Así como vos te enojarías si después del pedido lo vieras de juerga en un boliche, a él le va a pasar lo mismo. ¿Aceptaste pero estás buscando consuelo en otros hombros? (masculinos, claro): no entendiste nada.
¿Se supone, entonces, que deberás esperar cual Penélope sentada en un banco del andén a que el señor se digne a regresar? Pero ¿qué pasa si guardas castidad varios meses y él nunca vuelve?; o peor aún, vos te ganas el premio a la santa del año y te enteras de que él reflexionaba sobre su relación mientras se revolcaba en camas ajenas.
En todo caso, se trata de consensuar un encuadre de comportamiento. No hay nada dicho, tomarse un tiempo no implica un pacto de fidelidad, al menos no necesariamente. Como no hay fórmulas, es importante que cada «pareja» explicite la manera de transitar este momento.
Otra pregunta pertinente se refiere a la extensión de esta etapa, ¿cuánto tiempo es un tiempo? Y si bien aquí no existen respuestas estándar, está claro que no se trata de dos o tres días, pero tampoco de un año. Lo fundamental es que el tiempo no se vea apurado por el miedo de perder al otro, y acá hablamos de las dos partes, ya que incluso quien pidió tiempo sabe que está corriendo el riesgo de perder al otro del cual no está seguro de querer separarse. Hay que aceptar que el tiempo conlleva riesgos y es necesario soportarlos para no tomar decisiones apresuradas.
También podés cuestionar su utilidad: ¿sirve darse un tiempo? Y aquí la respuesta vuelve a ser relativa. Muchas veces, las parejas aprovechan esta crisis como oportunidad y después resurgen fortalecidas de esta experiencia; es claro que si se decide volver, es para encontrarse desde un lugar mejor.
Y en el peor de los casos, debe aprovecharse como una forma progresiva de separarse; a veces el corte abrupto es muy doloroso, y esta manera gradual de alejarse del otro es más llevadera. Este ir despidiéndose nos prepara para un duelo, es como cuando alguien muere después de una larga enfermedad: es terrible, pero más difícil todavía es asimilar una muerte repentina.
¿La que necesita tiempo sos vos?
Cómo plantearlo: desde la necesidad de reflexionar en un contexto sin estímulos ni presiones. Se trata de pedir «permiso» para estar dudosa y evaluar la situación.
En ese tiempo: tolerá el impulso de volver siguiendo el refrán «más vale pájaro en mano que cien volando»; cuando te asalte esa idea, recordá otra frase: «pan para hoy, hambre para mañana». Tampoco te presiones, aprovechá el tiempo que te concedieron sin pretender arribar a una conclusión en forma casi inmediata. Y si todavía no sabes qué hacer, no hagas nada.
No olvides: pedir un tiempo implica un compromiso con el otro, se trata de respetar al que está esperando y darle una explicación -ya sea parcial o definitiva- en cuanto estés lista para hacerlo.
fuente: http://www.revistaohlala.com