Destrozaban maquinarias durante la Revolución Industrial en Inglaterra en nombre de un personaje mítico llamado Ludd. Doscientos años después de su batalla más famosa, ¿por qué seguimos usando la palabra «ludita (o luddita)» y qué relevancia tiene hoy?
«Eres un ludita», se le dice a alquien que batalla para operar su nuevo teléfono inteligente o que se niega a manejar las últimas novedades tecnológicas.
Hay otra palabra para ello: tecnófobo, pero no transmite la misma sensación de hostilidad irracional frente el mundo moderno.
¿De dónde procede el término «ludita»?
En medio de la Revolución Industrial en el Reino Unido, los trabajadores calificados textiles temían por sus empleos.
Un levantamiento se inició en 1811 cuando los tejedores de Nottinghamshire atacaron los nuevos telares automáticos con los que se reemplazaba su fuerza de trabajo.
Los obreros se inspiraron en un legendario general Ludd, o Rey Ludd, que vivió en el bosque inglés de Sherwood. Su nombre pudo haber procedido de un joven tejedor de Leicestershire llamado Ned Ludd, quien en el siglo XVIII habría destruido atavíos de siembra.
«Negociación» y disturbios
La destrucción de maquinarias se extendió a los trabajadores de la lana en fábricas de algodón de West Yorkshire y Lancashire, en lo que el historiador Eric Hobsbawm llama «negociación colectiva por medio de disturbios».
Destruyeron maquinaria, quemaron fábricas y los luditas se enfrentaron con el ejército británico.
La respuesta del Estado fue brutal. La destrucción de las máquinas se convirtió en una ofensa capital.
En los juicios en la ciudad de York, 17 luditas fueron ahorcados y otros 25 desterrados a Australia, mientras que en Lancaster se ahorcaron a 8 y se desterraron a otras 38 personas.
Uno de los incidentes más graves ocurrió hace doscientos años este mes.
Cerca de 150 luditas armados con martillos y hachas destruyeron el telar de Cartwright, en Rawfolds, cerca de Huddersfield. Las autoridades dispararon y mataron a dos luditas.
Héroes obreros
Katrina Navickas, autora de un libro sobre radicalismo en Lancashire entre 1798-1815, dice que los muertos se convirtieron en héroes de la clase obrera. Los sindicatos se habían prohibido en 1800 y aquí había otro camino para que los trabajadores defendieran sus empleos.
No hay dudas de que los luditas han sido idealizados, dice Emma Griffin, autora de «Una breve historia de la Revolución Industrial Británica».
Ellos son considerados como los primeros trabajadores en destruir las maquinarias; sin embargo, eso había estado sucediendo durante años, explica.
Lo que distingue a los luditas es que estaban mejor organizados que sus predecesores, añade.
Sin embargo, los historiadores coinciden en que el uso actual del término «ludita» no es acertado.
Utilizar el término para calificar a alguien que hace caso omiso de Twitter o se niega a moverse de la tecnología analógica a la televisión digital es una tergiversación completa, asevera Griffin.
«Lo que preocupaba a los luditas respecto a la tecnología era que ésta iba a reducir sus salarios», manifiesta.
Siglo XX
Aunque el movimiento ludita pertenece por entero a la Revolución Industrial, su resonancia se sintió durante todo el siglo XX.
Un ejemplo moderno en el Reino Unido, de acuerdo con Griffin, fue la «batalla» de 1986 en Wapping, en el este de Londres, cuando los sindicatos se opusieron a la introducción de alta tecnología en la impresión de periódicos, por temor a que la informatización haga obsoletos muchos puestos de trabajo.
El primer uso registrado del término ludita apareció en el Diccionario Inglés de Oxford en 1811. Sin embargo, su acepción como tecnófobo es relativamente reciente.
Según este mismo diccionario no fue hasta 1970 que el término se utilizó -por parte de la revista New Scientist– para describir a aquellos que rechazan la tecnología.
Ese significado pronto se extendió. En 1984, el novelista Thomas Pynchon escribió un ensayo para el Book Review del New York Times en el que se preguntaba: «¿Es correcto ser ludita?».
El debate sobre el uso de la palabra no ha sido totalmente resuelto, y su uso suele estar mezclado con dosis de humor o desprecio.
Neoludita
En la actualidad incluso se habla de la existencia de un movimiento neoludita.
La expresión más extrema de esta filosofía fue la campaña de bombardeos de Ted Kaczynski, un estadounidense nacido en 1942, sentenciado a cadena perpetua por su campaña de atentados con bomba que en unas dos décadas mató a tres personas e hirió a 23.
Su manifiesto, publicado por el New York Times, decía que la «Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana».
En estos tiempos, cuando la tecnología digital enriquece o se inmiscuye en nuestras vidas -dependiendo del punto de vista- el término ludita parece más popular que nunca.
Así se define, por ejemplo, a muchos que se sienten irritados por el sonido de los teléfonos celulares en momentos o situaciones inadecuadas.
Y también a aquellos que se oponen al uso de tarjetas electrónicas de identificación o de tecnología para decidir los partidos de fútbol.
Incluso a quienes prefieren hojear un libro de papel antes que uno electrónico.
La enorme variedad de situaciones en las que se puede usar hoy la palabra ludita asombraría, sin lugar a dudas, a aquellos obreros que atacaron las fábricas de algodón de West Yorkshire y Lancashire o a los que con martillos y hachas destruyeron el telar de Cartwright y fueron blancos de los disparos de las autoridades. Ironías de la historia.
Fuente: http://www.bbc.co.uk