A quienes no lo sufren puede parecerle una tontería. Es más, suelen minimizar el tema. Sin embargo, son muchos los que padecen el llamado “síndrome del domingo a la tarde”, que no es otra cosa que la angustia que produce transitar las horas de ese día.
El regreso a la diaria actividad, el haber quedado atrás uno o dos días de descanso, la inminente vuelta a los problemas cotidianos son sólo algunos de los motivos que llevan a innumerable cantidad de personas -incluidos niños y adolescentes- a deprimirse los domingos por la tarde.
Juan tiene una óptica en Villa Devoto y comenta: “No tengo problemas económicos. Con mi mujer y mi hijo adolescente formamos una familia hermosa y por eso estamos agradecidos a la vida. Sin embargo, desde mi juventud sufro ese síndrome. Pasada la media tarde de los domingos, comienzo a ver el reloj y, sin pretenderlo, hago una cuenta regresiva que culmina cuando me duermo”.
El licenciado Carlos Tryskier (MN 540979) nos dice: “Son sentimientos de tristeza, angustia o ansiedad, relacionadas con lo que representa para cada uno ese día en particular. Puede pasar en cualquier momento del año, pero se potencia en los meses de otoño e invierno donde el clima frío y gris favorece estados de melancolismo. Además, se produce cierta sensación de vacío si no podemos satisfacer las expectativas en relación a nuestro tiempo libre, que a veces no sabemos utilizar a pleno”.
“Lo sufro desde que iba al colegio secundario”, asegura Marta, ama de casa, quien ofrece un dato particular. “Allá por los 60, los domingos a las 19 había un programa en televisión que se llama ‘Disneylandia’, con documentales e historias de todos los personajes de ese genio que se llamó Walt Disney. Cincuenta años más tarde,cuando veo algunas de esas tiras, las relaciono con la depresión y tristeza que me causaba el programa. Y no era porque era malo, al contrario. El recuerdo pasa por lo mal que estaba yo a esa hora del domingo”.
Triskier afirma que “muchas veces afloran conflictos personales que habilitan un espacio de introspección y reflexión. Otro factor psicológico es pensar en el día lunes, donde las personas anticipan la rutina agitada y el estrés cotidiano de enfrentar la semana laboral. Se centran en los acontecimientos negativos que les deparará y se preocupan del futuro inmediato, no permitiendo disfrutar del presente”.
Marcelo es un joven estudiante de Ciencias de la Comunicación, quien confiesa: “En invierno, el frío agranda mi depresión y en verano regresar de una quinta o de un paseo y ver cómo llega la noche, me mata”.
Cuando le preguntamos al licenciado Triskier si en esto tiene mucho que ver la soledad, dice: “El hecho de estar solo el domingo requeriría ser tratado como un tema aparte, donde se potencia el sentimiento de soledad y sus consecuencias particulares que pueden llegar hasta la depresión, y allí estaríamos hablando de una patología y no de sensaciones».
Fuente: http://www.cronica.com.ar/