Se conocieron, se gustaron y… ¿Qué pasó después? Porque eso de comer perdices por siempre no es real. Ni dulce de leche ni pollo al ajillo. La comida no nos salva. Las relaciones humanas van mucho más allá de cualquier arte culinario. ¿Por qué los cuentos de hadas siempre terminan cuando deberían comenzar? Hay generaciones y generaciones que viven haciendo y deshaciendo parejas porque crecieron sin que nadie los asesore sobre cómo vivir el día a día.
Nos tendrían que haber contado cómo logró mantener el fuego en la relación Cenicienta “por los siglos de los siglos” o cómo hacía Blancanieves para estar siempre impecable teniendo que cuidar siete enanitos y a su Príncipe Azul. Pero por sobre todas las cosas, ¿cómo lograron estas heroínas mantener una relación armoniosa?
La respuesta no la tenemos y nuestra existencia probablemente nunca sea tan maravillosamente impecable como en esas leyendas. Pero, al menos, podemos colaborar para tener una vida más o menos tranquila, en la que no abunden peleas. Y para eso, nosotras podemos contribuir un poquito. Por ejemplo, evitando tocar ciertos temas controversiales con nuestro chico.
Regla número 1: Respeta su amor por el fútbol
La pelota es sagrada. Y sí, para él es emocionante ver cómo 20 tipos corren detrás de la bola, transpiran camisetas y gritan sin cesar. Y a más de una de nosotras también nos gusta ver eso. Algunas porque encuentran placer en deporte, y otras porque queremos ver chicos lindos con la remera al cuerpo. Como sea, hay que entender sin juzgar. Del mismo modo que ellos a veces soportan que nosotros nos deleitemos con maratones de Sex and the city, nosotras tendremos que bancar sin mala cara que quieran ir a la cancha todos los domingos o se junten tres veces a la semana con los pibes para ver partidos tan trascendentales como el encuentro que pueden tener dos equipos de la C de Nigeria.
El consejo: ¡respeta su idilio con el fútbol!
Regla número 2: Jamás critiques a sus amigos
El círculo de la amistad de ellos es palabra mayor. Juntarse con El Chino, El Gordo o El Bocha es oxígeno para sus pulmones, así que ponerle una veda a eso es matarlo en vida. Necesita de un asado dominguero con los chicos para hablar de los dos grandes temas sagrados: mujeres y fútbol. Y muchas veces ni siquiera para eso. Es probable que pasen horas recordando episodios de los Simpsons, o tan sólo lucubrando distintas maneras de hacer ocio. Se preguntarán por qué las pelusas suelen acumularse en el ombligo y qué tal se sentiría si algún día lloviera telgopor. Es que son así, a veces se calzan el traje de niño y deliran como en aquellos viejos tiempos. Y está muy bien. Después de todo, jamás deberíamos dejar de jugar.
El consejo: dale espacio para que salga con los chicos. Total, vos podés salir con las chicas, y todos felices y contentos.
Regla número 3: El tiempo en el baño es sagrado.
Cuando ellos entran a ese espacio -con o sin revista en mano-y se encierran 40 minutos es porque están teniendo su momento de inspiración. Es que el baño es el lugar donde piensan en el día que pasó, reflexionan sobre lo que vendrá y, claro está, donde leen. Ahí sienten que nadie podrá interrumpirlos. Y nada debería hacerlo, salvo que quieras escuchar “ni en el baño puedo estar solo”.
El consejo: es un lugar de inspiración para ellos. Si se encierra con demasiada frecuencia, quizás debas considerar la opción de mudarte a una casa con dos baños.
Bonus track: ¡No te metas con su madre!
Reparafraseando a Pappo, que nadie se atreva a tocarle a la vieja, porque ella es lo más grande que hay. Quizás vos disientas. Es posible que la señora te resulte pesada, metida o insoportable, pero vas a tener que contar hasta 150 y respirar antes de criticarla delante de él. Porque eso puede ser el fin del mundo. Todos los hombres son, en algún punto, adoradores o dependientes de sus madres. Por más que lo oculten, vas a ver que siempre tienen algún tipo de devoción hacia esa mujer grandiosa que les dio la vida. Así que vas a tener que resignarte a que tu suegra haga las mejores milanesas o sea la mejor anfitriona de la historia aunque nada diste más de ser cierto. Porque ella es lo más grande que hay.
El consejo final: no le critiques a la madre. Te vas a arrepentir. Conocela y aliate con ella. Acordate de que la unión hace la fuerza.
Fuente: http://www.lapatilla.com