Según destaca el Foro Español de la Familia, las principales causas de la crisis matrimonial de los 40 son las siguientes:
-El dar por terminados los objetivos que ambos tenían en común, cuando todavía les queda tanto por hacer conjuntamente.
-Perder el norte, que les servia para educarse y fomentar las convicciones, las virtudes y valores humanos, que les daban seguridad a la hora de actuar. Desgraciadamente, los han sustituido por actitudes materialistas, que les llevan a ver la vida bajo otros enfoques.
-Considerar que sus tareas familiares, conllevan un exceso de responsabilidades, imposibles de sobrellevar y que el matrimonio, empieza a volverse una carga difícil de llevar.
-Los cambios físicos, biológicos, psicológicos, religiosos, económicos y sociales que se producen, al llegar a esa edad, hacen creer a algunos que han disminuido o desaparecido, las cosas importantes que tenía en común la pareja. Aparecen malestares pasajeros o francas depresiones, con situaciones de crisis transitoria.
-No estar preparados para sobrellevar el llamado síndrome del «nido vacío», que es cuando los hijos dejan la casa paterna, para irse a vivir a otro lado, por motivos de estudio, trabajo, amigos o matrimonio. En cuanto los hijos, ya han crecido lo suficiente, como para ser más independientes y tienden a alejarse del hogar familiar, origina que los padres se sientan solos. Pues si en los primeros años del matrimonio, existía la ilusión de la juventud y la esperanza de criar a los hijos, con el paso de los años y tras haber luchado, por ellos y por la vida, el hueco dejado por los hijos, puede separar a la pareja.
-Que uno de los miembros de la pareja luche para seguir adelante con los planes que hicieron, para cumplir los objetivos de vida en común y que la otra persona, se acomode a quedarse atrás. Es el caso frecuente, cuando uno de ellos continúa estudiando, mientras trabaja en casa o en el exterior, y la otra persona no sigue formándose.
-Cuando aparecen los aspectos psicológicos de desilusión, cansancio y desengaño, y se reflejan en la crisis. Desilusión con uno mismo porque los proyectos juveniles no se han realizado. Cansancio al ver que las responsabilidades aceptadas de familia, hijos, trabajo, obligaciones sociales, etc. piden un esfuerzo continuado y se hacen cada vez más pesadas.
-Los esposos, como cuando eran jóvenes, algunas veces buscan nuevas experiencias, muy atrevidas o de alto riego matrimonial, a fin de evitar la sensación de tiempo perdido o de aburrimiento.
-La práctica de deportes de alto riesgo, exagerado cambio de imagen, grandes inversiones económicas, que normalmente no haría, simplemente por llamar la atención, como el comprar coches deportivos, descapotables y de colores chillones.
-Un cambio profundo en la vida económica, física o social de la pareja, una situación social inestable o peligrosa. La modificación del carácter, motivado por la excesiva preocupación por la salud, la aparición de enfermedades imaginarias, una cierta pérdida de interés por el trabajo profesional, etc.