Las diversas especies animales segregan, en época de celo, feromonas, que actúan como señales sexuales incitando a través del olfato o el gusto, reacciones sexuales. También nosotros, los humanos, podemos generarlas para romper con la monotonía que muchas veces embarga nuestros encuentros sexuales.
Encontrar tiempo suficiente para hacer el amor, sin apuros, permite mantener un buen nivel de pareja. Luego de los primeros años de convivencia la sexualidad queda relegada, olvidada, no tienen “tiempo libre” para estar juntos y no logran salir del ritmo agotador de una agenda llena. Seguramente en esta situación tampoco tendrán buen sexo.
Mínimas variaciones, como cambiar de posición coital, compartir una bañera de espuma, darnos masajes sensuales, planificar un fin de semana, juntos, sin hijos, un salto de cama sensual o ropa interior sexy, un perfume pueden ser disparadores sexuales que inciten e intensifiquen el placer.
Con un poco de imaginación, podemos cambiar el escenario habitual. Quizá resulten más eróticas las caricias, con una iluminación diferente: pueden ser velas que produzcan una atmósfera más cálida e íntima. Incluso un ambiente perfumado con suaves esencias resulta muy sugerente. Una temperatura agradable y por qué no, una buena música de fondo. Y no olvidemos para evitar interrupciones, encender el contestador automático o desconectar el teléfono.
¿Por qué no recuperar el placer de besarnos? Son muchas las parejas que no incluyen el beso profundo, de lengua, en sus juegos eróticos. La boca, importante zona erógena, posee una conformación anatómica tal que permite toda una serie de movimientos capaces de despertar una amplia variedad de sensaciones en el otro: el beso suave, la caricia de los labios, apretar, succionar, lamer, y realizar con la lengua diferentes tipos de contactos. Evitando las sensaciones mutuas desatadas por el beso suave, por la caricia de los labios y la húmeda caricia de la lengua, por la succión y el mordisqueo prescindimos del erotismo de lo que humedece, de la saliva con su textura, su gusto y su olor; nos impedimos percibir los olores de nuestro compañero y sentir el calor del aliento recorriéndonos el cuerpo, ese olor que es peculiar de esa persona. Por qué no seguir las enseñanzas del Kamasutra y, tomando vino en la boca, dárselo en los labios a la persona amada.
Todos estos “afrodisíacos”, utilizados de modo variado y agregándoles todas las particularidades creativas de las que los seres humanos somos capaces, recrea esa magia necesaria para revitalizar nuestro vínculo.
Fuente: http://mx.mujer.yahoo.com