Durante el embarazo, parte del material genético del feto pasa a la sangre de la madre y puede permanecer allí muchos años. Un estudio que se publica en la revista PLoS ONE indica que las mujeres con fragmentos de ADN de sus hijos varones en el cerebro tienen menor probabilidad de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Según los expertos, el intercambio de ADN y células entre madre e hijo puede tener efectos positivos y negativos: por un lado las células podrían ser beneficiosas para la salud materna, ya que promueven la reparación de tejidos dañados y mejoran las defensas; pero también pueden causar problemas, como por ejemplo una reacción autoinmune, que se produce cuando el sistema inmunológico actúa contra elementos propios.
Otra duda es el efecto de las células fetales en el cerebro. Estudios previos han detectado su presencia en cerebros de ratones, pero no en humanos. En este estudio, los investigadores, del Centro de Investigación del Cáncer de Seattle (EEUU), recogieron muestras de cerebro de 59 mujeres muertas entre los 32 y los 101 años, y encontraron restos de cromosoma Y – exclusivo de los varones -, en el 63 por ciento de las mismas. Además, la mitad de las mujeres estudiadas habían tenido síntomas de alzheimer, y estas portaban mucho menos material genético masculino en sus cerebros que las mujeres que no habían padecido la enfermedad.
¿Significa esto que el tener hijos varones protege a sus madres de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer? «Sinceramente no lo sabemos», explica J. Lee Nelson, una de las autoras del estudio. En muchas ocasiones los científicos encuentran datos correlacionados, y esto no significa que uno sea la causa de otro. Por otro lado, el ADN de los varones es más fácil de detectar en la madre que el de las hijas, ya que las mujeres no poseen cromosoma Y, por lo que habría que analizar también si el ADN fetal de las hijas tiene los mismos efectos que el de los varones.
«Un trabajo previo demostró que, en ratones, las células del feto pueden migrar del cerebro de la madre, y una vez allí madurar y convertirse en neuronas, pero aún tenemos que ver si esto sucede en los humanos, y qué efectos tiene», añade la autora, cuyo trabajo es, sin duda, un primer paso en el estudio de las consecuencias que tiene el intercambio de ADN entre madres e hijos.
Fuente: http://www.muyinteresante.es