La llegada del frío, junto a los repentinos cambios de clima, da lugar a la aparición de enfermedades que pueden prevenirse mediante el lavado frecuente de manos. Hábitos saludables que conviene incorporar
Durante el otoño y el invierno suelen producirse epidemias o brotes conocidos como «gripes estacionales». Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 15% de la población mundial puede verse afectada cada año por este tipo de fenómenos. En otras palabras, una de cada cinco personas contraen la enfermedad, siendo más vulnerables los niños y las personas de la tercera edad.
La gripe estacional está caracterizada por el inicio súbito de fiebre alta, tos -generalmente seca-, dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal.
La influenza es diferente al resfriado común ya que no son causadas por los mismos virus, y los síntomas de este último son usualmente más leves. Otra diferencia es que el resfriado común afecta las partes superiores del tracto respiratorio, mientras la influenza puede afectar las partes superiores e inferiores de dicha zona y progresar a neumonía bacteriana, requiriendo antibióticos.
La gripe es una enfermedad que se propaga fácilmente, extendiéndose con rapidez en escuelas, lugares de trabajo o ámbitos públicos.
¿Cómo se produce la transmisión?
Existen diversas formas de contagio. En primer lugar, las gotículas infectadas que expulsa el enfermo al toser o estornudar pueden ser inspiradas por otras personas que quedan de esta forma expuestas al virus. Generalmente son inhaladas por alguien que se encuentra cerca (usualmente a un metro de distancia o menos, porque las grandes partículas respiratorias viajan trayectos cortos).
La transmisión de pequeñas partículas, a diferencia de las de mayor tamaño, sí puede darse a varios metros de distancia (a modo de efecto aerosol). Esto sucede porque las pequeñas partículas respiratorias tienden a quedar suspendidas en el ambiente.
Una segunda forma de contagio es a través de las manos infectadas, mediante el contacto directo, al tocar la piel o manos contaminadas de otra persona. La “auto-contaminación” es muy frecuente y se produce por medio de la transmisión de mano-a-nariz, mano-a-ojo o mano-a-boca.
Por último, el contagio indirecto se da cuando se toca ropa, objetos o superficies contaminadas, y después se lleva esa misma mano a la propia nariz, ojos o boca. A causa de estos motivos, para evitar la propagación, es necesario lavarse las manos de forma frecuente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser o estornudar.
Consejos para prevenir la gripe estacional:
• Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón.
• Al toser o estornudar, cubrirse la boca y nariz con un pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo.
• Tirar a la basura los pañuelos descartables inmediatamente después de usarlos.
• Ventilar los ambientes y permitir la entrada de sol en casas y otros ambientes cerrados.
• Mantener limpios picaportes y objetos de uso común.
• No compartir cubiertos ni vasos.
¿Gripe o resfrío?
Muchas veces suelen confundirse los síntomas de la gripe y el resfrío, dando lugar a tratamientos inadecuados. Si bien el resfrío común se presenta con mayor frecuencia durante la temporada invernal, el clima frío no es una causa determinante de su aparición.
Generalmente es causado por virus que se diseminan en el medio ambiente cuando una persona afectada tose, habla o toca a otra que se encuentra en su entorno. Debido a que existen más de 200 tipos diferentes de virus que pueden causar la enfermedad, es posible padecer más de un resfrío por año, provocados siempre por un agente causal distinto.
Los primeros síntomas del resfrío, tales como picazón en la garganta, nariz congestionada o que gotea, estornudos, tos, dolor de cabeza, fiebre moderada, cansancio o dolores musculares, comienzan a los dos o tres días después de haber contraído la infección.
Recomendaciones para evitar el resfrío:
• Lavarse las manos muy bien y con frecuencia, en especial después de sonarse la nariz.
• Mantener una hidratación abundante, sobre todo los niños y ancianos.
• Evitar actividades extenuantes y mantenerse en reposo.
• Disponer de un entorno confortable, templado y con una adecuada renovación del aire.
• Elevar la cabecera de la cama puede ayudar a reducir la intensidad de la tos nocturna.
• Intentar mantenerse alejado de cualquier persona que se encuentre fumando o esté resfriada.
• Evitar compartir toallas o vajilla y utensilios con una persona resfriada.
Fuente: http://saludable.infobae.com