Las mascotas que ya son bravas, por otras circunstancias, atacan sin dar señales.
Muchos factores pueden explicar la agresividad de los perros como: las condiciones de la madre durante la gestación, la manipulación de cachorro, la edad del destete, la socialización del perro, la dieta, ejercicio, la genética o las técnicas de aprendizaje basadas en el castigo activo en la edad adulta.
Pero un comportamiento agresivo también se manifiesta con la presencia de enfermedades y dolor en el perro.
Investigadores del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) analizó entre 2010 y 2011 los problemas de agresividad de 12 perros de raza.
Todos (once machos y una hembra) fueron diagnosticados de agresividad por dolor. De los 12, ocho habían sufrido displasia de cadera”, señaló Tomás Camps, autor principal del estudio que se publica en Journal of Veterinary Behavior.
El investigador del Servicio de Nutrición y Bienestar Animal de la UAB y un grupo de científicos identificaron las circunstancias más frecuentes en que los perros eran agresivos, las posturas más características, el blanco más frecuente de los ataques y si eran impulsivos, es decir, si mostraban o no señales antes de atacar.
El estudio demuestra que los perros que ya eran agresivos por otras causas antes del inicio del dolor atacaron a sus dueños con mayor intensidad cuando se les retiró la comida, se les desplazó de la zona de descanso o se les obligó a hacer algo.
Los animales mostraron agresividad en los mismos contextos que en los que ya eran agresivos. Por otra parte, las mascotas que nunca habían sido agresivos antes del inicio del dolor empezaron a serlo en circunstancias en los que se les intentó manipular, aseguró Camps.
El dolor producido por la displasia de cadera es un importante factor de riesgo de la agresividad en perros grandes. Además la investigación demostró que estos perros fueron más impulsivos, es decir, atacaron sin dar señales, como un gruñido.
El equipo de investigación declara que “si la mascota es manipulada cuando siente dolor, esta reaccionará agresivamente con rapidez para evitar más molestias, sin que el propietario pueda prever el ataque”.
La displasia de cadera canina, es una enfermedad ósea hereditaria y degenerativa que afecta a la articulación que une la cadera y la cabeza del fémur, afecta a más del 40% a golden retrievers, labradores retrievers y rottweillers, y en general puede producirse en cualquier raza de perro grande. En razas pequeñas es menos frecuente.
Fuente: http://quo.mx