El Valle de la Muerte, en el desierto californiano del Mojave, no es sólo uno de los lugares más inhóspitos de nuestro planeta -con temperaturas que superan los 50º C y precipitaciones que a veces no llegan a los 50 mm anuales-, sino que también es uno de los más misteriosos.
En este parque natural situado en el suroeste de Estados Unidos ocurre un fenómeno que lleva décadas intrigando a los científicos. Se trata de las bautizadas como rocas «viajeras» o «reptantes», que se mueven dejando en la tierra unos surcos de unos pocos centímetros de profundidad y de decenas de metros de longitud.
Estas piedras -algunas de las cuales pueden llegar a pesar más de 300 kg- se encuentran en Racetrack Playa, un lago seco, plano y rodeado de montañas, que en algunas épocas del año se llena de agua que se evapora rápidamente, dejando un lecho de barro que acaba resquebrajándose.
Lo más sorprendente de estas rocas es que, pese a que los investigadores llevan tiempo estudiándolas, nunca nadie las ha visto moverse.
En lugar de testigos, lo que ha habido a lo largo de los años son numerosas teorías sobre las causas de la migración de las piedras, que se desplazan solas o en parejas dejando surcos en el suelo que a veces se entrecruzan.
Diversas teorías
Las leyendas populares atribuyen el movimiento de las rocas a poderosos campos de energía, al magnetismo de la Tierra o incluso a la intervención de extraterrestres.
En el ámbito científico, en los años 40 del siglo pasado, dos geólogos estadounidenses propusieron que el desplazamiento de las rocas se debía a los remolinos de polvo que se producen en la zona, aunque experimentos posteriores no lograron confirmar esta teoría.
En las últimas décadas, la mayoría de investigaciones han apuntado que el fenómeno tiene que ver con el viento, el barro y el hielo presentes en Racetrack Playa bajo determinadas circunstancias.
Según algunos científicos, cuando se congela el agua que cubre el lecho del lago tras una tormenta, las rocas quedan atrapadas en el hielo.
Cuando este empieza a derretirse se forman grandes placas de hielo que se desplazan a consecuencia del viento que reina en la zona sobre la película acuosa que se crea en la superficie del barro.
De acuerdo a esta hipótesis, todas las rocas atrapadas en una misma placa de hielo deberían moverse al mismo tiempo en trayectorias paralelas, aunque un estudio elaborado hace unos años con tecnología GPS concluyó que la mayoría de los surcos que dejan las piedras en la tierra no siguen una trayectoria similar.
La última explicación científica plausible sobre el misterio de las rocas viajeras fue elaborada en 2011 por un equipo dirigido por Ralph Lorenz, investigador del Laboratorio de Física Aplicada la Universidad Johns Hopkins, en Maryland.
En 2006 Lorenz viajó al Valle de la Muerte con un proyecto de la Agencia Espacial de EE.UU. (NASA, por sus siglas en ingles) para instalar una serie de estaciones meteorológicas que debían servir para estudiar el clima de la zona y establecer paralelismos con las condiciones climáticas de otros planetas.
Al empezar a investigar las rocas, Lorenz se dio cuenta de que «había muchas teorías sobre el fenómeno pero poca información cuantitativa».
Según le explicó el científico a BBC Mundo, hasta ese momento «nadie se había preocupado de averiguar cuán a menudo se daban en la zona fuertes vientos, inundaciones o heladas», por lo que con su equipo decidieron registrar «esa información de manera más sistemática».
Al mismo tiempo, buscaron en la literatura científica otros casos de piedras que parecieran moverse solas en otros lugares de nuestro planeta y descubrieron que en las playas del Ártico, la flotabilidad del hielo hace que las rocas no se hundan y se acumulen en la orilla a lo largo de la costa.
Experimento casero
«Con toda la información que recopilamos deducimos que en invierno alrededor de las rocas de Racetrack Playa se crea una capa de hielo de unos 2 centímetros de grueso y unos cuantos centímetros de ancho que actúa como un pequeño flotador», explica Lorenz.
«Ello hace que las rocas floten sobre el barro y que con tan sólo con un poco de viento se desplacen», dejando los misteriosos surcos en la tierra.
Para comprobar su teoría Lorenz recurrió a un experimento casero. Congeló en agua una piedra, obteniendo un bloque de hielo del que sobresalía una de las puntas de la piedra.
Le dio la vuelta al bloque y lo colocó en una sartén llena de arena húmeda. Al soplar sobre el hielo, este se deslizó sin problemas, dejando un surco en la arena.
Lorenz cree que su teoría explica mejor que cualquier otra el movimiento de las rocas, ya que para que se produzca el desplazamiento no hace falta que haya fuertes vientos o enormes placas de hielo. Pese a ello, dice que «sospecha que no hay una sola causa para el movimiento de cada una de las piedras».
El científico cree que ninguna teoría será aceptada por toda la comunidad científica hasta que el proceso no sea observado, algo que por el momento no ha sucedido.
¿Y por qué nadie hasta ahora ha logrado captar el movimiento de las rocas?
Según Lorenz, Racetrack Playa es «un área muy remota a la que es muy difícil llegar y que está protegida, por lo que no se puede acampar y hay muchas restricciones sobre los equipos que se puede llevar».
Además, en su opinión, «la mayoría de los movimientos deben suceder de noche, en condiciones de frio, lluvia y viento, lo que dificulta que sean captados».
Mientras los científicos siguen buscando una respuesta, las miles de personas que visitan cada año este inhóspito lugar siguen quedando cautivadas por el misterio de las rocas viajeras.
Fuente: http://www.bbc.co.uk/