Que el exceso de peso es una enfermedad ya no hay dudas. Que es la nueva epidemia, tampoco. Ahora, que haya etnias y modelos sociales que tengan mayor predisposición a la obesidad parece ser toda una novedad. El mapa de la obesidad
Hasta no hace mucho tiempo bien podría creerse que el modelo de sociedad tenía mucha influencia en el peso de sus ciudadanos porque, generalmente, solía relacionarse la carencia de recursos con una dieta más basada en hidratos de carbono.
Pero ahora se sabe que, en la actualidad, la obesidad es prevalente tanto en países de altos ingresos, como de ingresos bajos y medianos.
Es que la americanización del consumo hacia otros sectores del planeta globalizó la obesidad al punto de que en países como Rusia, por ejemplo, donde no tienen las herramientas para enfrentar y amortiguar el impacto de la llegada de lo nuevo, como las bebidas cola o las hamburguesas, el crecimiento de obesos trepó a cifras escandalosas.
Otro caso de “nuevo país obeso” lo representa China, donde el índice de personas excedidas de peso pasó del 6 al 35% en los últimos 30 años, algo que repercute incluso en la economía de ese país, porque es una sociedad que se está enfermando cada vez más.
El autor del libro Fat China (China Obesa) teorizó sobre una de las razones de la obesidad en ese país. Para él, es la política del hijo único. “Tenemos una generación que no sólo no tiene hermanos, sino que tampoco tiene tías ni tíos. Esto llevó a lo que podríamos llamar el síndrome de seis bolsillos para uno, o el pequeño emperador, como se lo llama en China. Es decir, un solo niño con dos padres y cuatro abuelos que gastan todo su dinero en él. Y por supuesto, después de generaciones de no tener suficiente, no quieren decir no a sus niños. Quieren darles todo y, sin duda, así lo echan a perder”.
Entre las naciones ricas, EEUU tiene el mayor Índice de Masa Corporal (IMC) para ambos sexos: 28. Le sigue en este ranking de exceso de kilos Nueva Zelanda, mientras que en el lado opuesto, Japón es el país con menor IMC (22 para mujeres y 24 para hombres), seguido de Singapur.
Italia y Francia, ¿las excepciones?
En Europa, son las mujeres turcas y los varones checos quienes más sobrepeso y obesidad sufren, frente a las féminas suizas y los hombres franceses, que son los más delgados. Pero el país europeo de ingresos altos que mejor está haciendo las cosas para reducir esta enfermedad es Italia, único lugar de esta zona en donde el IMC entre las mujeres descendió en los últimos años.
Los franceses, si bien no se privan de buenos vinos, magníficos quesos, una buena baguette, mantienen su peso sin inconvenientes. De hecho constituyen la población con menos problemas de obesidad de Europa.
Es que la dieta francesa se caracteriza por contener una cuidadísima selección de alimentos, en su mayoría frescos, con predominio de los vegetales. Además, nunca se saltan ninguna comida y tampoco “pican” entre horas, todos hábitos que hacen que no caigan en problemas de obesidad.
Comer con moderación, es otra característica de los franceses. Las porciones de comida por plato son más pequeñas que en el resto de Europa.
La escritora Mireille Guiliano especuló sobre por qué las francesas no engordan. En un best seller internacional contó el secreto mejor guardado de las mujeres galas: su habilidad para comer de todo, beber vino a capricho, y aún así, mantenerse en la línea.
La respuesta parece estar en que los franceses disfrutan permanecer delgados comiendo bien y no se obsesionan por el peso. La diferencia está en que comen con la cabeza y no abandonan la mesa sintiéndose culpables.
Aprender lo que es la “sabiduría francesa” en relación con las porciones y la combinación de alimentos puede ser un buen punto de partida. Se trata de recuperar el equilibrio y aprender a establecer un nuevo patrón, que si bien tiene sus normas, deja el camino abierto a la flexibilidad.
La comida francesa siempre fue motivo de chiste por las cantidades pequeñas que se sirven en cada platillo, sin embargo, esa característica es su principal virtud y uno de los secretos. Una pequeña porción de cada alimento favorece la condición de comer por placer y no para llenarse.
Algunos tips franceses que pueden ser de ayuda
• No saltear las comidas
• Aumentar la proporción de frutas y verduras en la dieta diaria.
• Asumir la preparación de los alimentos como un ritual. Disfrutar del momento en que se cocinan los alimentos
• Evita tener alimentos “delictivos” en casa.
• Incrementar la actividad física. Si no se tiene la chance de ir a un gimnasio, realizar algunos de los desplazamientos diarios a pie.
• Beber toda la cantidad de agua que sea posible.
• Jamás comer viendo la televisión.
• Cultivar la paciencia, pues no se trata de adelgazar en tiempo récord sino de aprender a comer.
Por último, bien podría decirse que la idiosincrasia argentina favorece el crecimiento del porcentaje de obesos porque la sociabilidad y los malos hábitos alimentarios en los encuentros contribuyen al deterioro del cuerpo.
También la urbanización y los nuevos estilos de compra de alimentos produjeron notables cambios en las pautas tradicionales de nutrición. La mejor educación de la población, los medios masivos y el trabajo de las mujeres fuera del hogar (40% en la Argentina) también contribuyeron fuertemente a estos cambios en los estilos de vida y alimentación.
Tal es así que la inactividad física se convirtió en el país en uno de los peores enemigos de la salud porque, al igual que el tabaquismo o la obesidad, produce una importante carga de enfermedad, discapacidad y muerte.
En definitiva, a lo neurológico, a lo genético y al nivel socioeconómico al que se pertenece, también se le suman los hábitos de sociabilización que caracterizan a cada país y que, inevitablemente, acompañan el desarrollo físico de sus ciudadanos.
Fuente: http://saludable.infobae.com