“Lo peor que le puede pasar a la gente es ser pequeñitos. No seamos pequeñitos”, dijo Cristina Kirchner en el Hotel Intercontinental hace hoy un año.
Fue una de las frases más celebradas del discurso con el que el 23 de octubre de 2011 festejó su arrasador triunfo en las elecciones presidenciales, que le permitió llegar a su segundo mandato arropada por los casi 12 millones de votos que construyeron el 54,11% , la cifra que el kirchnerismo tomó como talismán desde entonces.
No fue un buen augurio: hoy, el sostén popular de Cristina se empequeñeció, y también se achicó la alianza que construyó para conseguir esa contundencia electoral .
Las últimas encuestas permiten afirmar que, luego de doce meses con una sucesión de noticias que acaso en otro país alcanzarían para llenar una vida, la imagen de la gestión presidencial cayó cerca de veinte puntos.
Hoy, según una encuesta de Management & Fit en la provincia de Buenos Aires, el corazón de la victoria del año pasado, la aprobación de la gestión del Gobierno llega al 33,2 %.
Para Poliarquía, la imagen positiva de Cristina llega a los 37 puntos. Sergio Berensztein, director de la encuestadora, aseguró la semana pasada ante empresarios que niveles similares sólo se habían registrado durante la crisis del campo en 2008, en el peor momento de la primera gestión de la Presidenta.
Números similares muestra un trabajo del consultor Carlos Fara que circula entre políticos de la oposición y el oficialismo. Según esa encuesta, tomada el mes pasado en la Capital Federal, sólo el 33% de los consultados tiene una opinión positiva de la gestión del Gobierno. El 52% la ve en forma “negativa”y el 14% la considera “regular”. El 1 % no sabe o no contesta.
Esa caída en las preferencias de los electores tienen un correlato en la alianza con la que Cristina ganó el año pasado. Allí, el paisaje también es otro.
La Presidenta ya no tiene a su lado al camionero Hugo Moyano ni al gobernador cordobés José Manuel De la Sota , dos dirigentes que, con algunas idas y vueltas, la apoyaron durante su primer mandato. Ahora, los dos se inscriben en la oposición. El gobernador bonaerense Daniel Scioli nunca renegó de su relación con la Casa Rosada, pero ya avisó que buscará la presidencia en 2015. Eso alcanzó para que el kirchnerismo le declare la guerra y lo ubique en el casillero de enfrente.
Fuente: http://www.clarin.com/