Es común escuchar sobre “la comezón del séptimo año”, refiriéndose al periodo después de los primeros siete años, que es calificada como la etapa más exigente de la vida de pareja. Se dice que en esta fecha, las parejas experimentan un periodo de conflictos, que en muchos casos termina en la separación
Pero aunque no existe fecha específica para esta situación, lo cierto es que muchas veces, el conflicto se produce por la famosa “monotonía”, que se refiere a la ausencia de variedad, la uniformidad de la vida en pareja, la falta de matices que hacen sorpresivo y diferente un día de otro. Cuando las personas se enfocan en utilizar sólo la energía en construir otros aspectos, como la crianza de los hijos, el trabajo y los logros materiales, comienza a surgir este problema.
El inconveniente es que si bien todos necesitan estabilidad para crecer y desarrollarse, algunas parejas descuidan al otro dejando este espacio para el tiempo residual y un día descubren que no hay novedad en la relación y que se están aburriendo. Y eso ciertamente ocurre cuando ya pasaron los primeros años más duro de la convivencia, que como dijimos antes, pueden ser los primeros siete.
La doctora Ximena Fuentes, psiquiatra jefe del Servicio de Psiquiatría de Clínica UC-San Carlos y miembro de la Unidad de Pareja y Sexualidad del departamento de Psiquiatría de la PUC, explica que si ambos no deciden darse un espacio para estar juntos, conquistándose, sorprendiendo y desarrollando complicidades, es fácil sentirse solo, cansado y con la sensación de no percibir novedad en el vínculo.
La relación de parejas es de dos personas, por lo tanto ambos son responsables de cuidarla, reparar las ofensas, desarrollar intimidad, juegos y construir los sueños. Cada vez más las parejas quieren disfrutar su vida en conjunto, pero no siempre son explicitas en de qué modo quieren vivirla, no conversan de sus expectativas, no inventan, y muchos no dan espacio a la creatividad ni a lo lúdico.
Recomendaciones de la especialista para evitar la rutina:
• Es fundamental diferenciar los espacios. Existe un espacio parental, otro laboral y el de pareja. A éste último hay que dedicarle un tiempo especial y aprovecharlo de la mejor manera.
• La comunicación con la pareja de su quehacer cotidiano, sus sueños, frustraciones y anhelos, construye puentes que permiten cuidar del otro y de la relación amorosa.
• Darle a la vida erótica de la pareja un tiempo real y lúdico, de conocerse e inventar juntos.
• Desarrollar el sentido del humor ayuda a descargar tensiones, disminuye el estrés y reírse juntos es recomendable y maravilloso.
• Ayudarse en las etapas de mayor exigencia para cada uno es un acto de amor. Por ejemplo, en el período de crianza, al realizar post-grados, entre otros. Los dos forman una sola relación y cuidarla es fundamental.
Fuente: http://mujeres.grupopublimetro.cl/