Sólo quería visitar a sus hijos. Para eso fue a la casa de su pareja, como hacía habitualmente. Pero cuando le abrieron la puerta, algo cambió. Empezó a sacarse la ropa y a arrojarla contra las paredes. Gritando cosas en un lenguaje incomprensible, comenzó a destruir todo lo que tenía enfrente: muebles, sillas, vasos, platos.
Hasta que intentó detenerlo otro hombre que estaba en la casa, cuyo vínculo con Baker y con su novia genera incertidumbre. Tras forcejear un poco, el agresor le devoró parte del brazo. A pesar de su herida, Jeffrey Blake logró reducirlo.
Momentos más tarde los policías entraron en escena. «Cuando los agentes llegaron, Blake liberó a Baker, quien se levantó y no acató las órdenes de los oficiales. Los encaró, tensó su cuerpo, apretó los puños y gritó«, comentaron las autoridades a través de un comunicado.
Uno le aplicó una descarga eléctrica con su pistola taser. Eso lo tiró al suelo, pero inmediatamente, como si no hubiera sentido nada, se levantó y siguió gritando y golpeando. Sólo después de muchas descargas más, finalmente pudieron someterlo.
Antes de encarcelarlo, decidieron llevarlo a un hospital psiquiátrico para evaluarlo. Comprobaron que consumió drogas potentes, pero no se confirmó que se tratara de ivory wave , aunque su sintomatología concuerda.
Su comportamiento fue muy similar al de Rudy Eugene, el caníbal que devoró el rostro de un indigente, y el de Pamela McCarthy, la madre que casi mata a su hijo de tres años. Los tres estaban desnudos, completamente desaforados, gruñendo y sin reacción ante los golpes, descargas o disparos que les propinaron para detenerlos.
Está acusado de tenencia de drogas y, si bien no está confirmado, todo indica que había consumido ivory wave. Se sospecha que era amigo y cómplice de Eugene, dedicado al narcotráfico.
Fuente: http://america.infobae.com/