Normativas que suman

Si eres un entendido en el mundo del cannabis, consumes por ejemplo aceite de CBD para determinadas molestias o tienes tus preferencias sobre las mejores cepas puedes querer disfrutar de tu OG kush en un local y no en tu casa, enterarte allí de las últimas novedades de un mundo que no deja de cambiar (legalizaciones, nuevas cepas y variedades) o simplemente compartir con otros consumidores tus cuitas o alegrías. Para eso nacieron los clubs de cannabis, como una manera de aglutinar todo lo relacionado con el mundo de la marihuana y para servir de punto de encuentro a simpatizantes y garantía de un espacio seguro. Como siempre ocurre en cuanto se nombra este tema, la nube de la sospecha se instala y el escrúpulo por parte de las instituciones se multiplica. Por eso los ayuntamientos deben ser estrictos y cuidadosos a la hora de legislar cualquier cuestión relacionada con los clubes. En el País Vasco hay registradas actualmente 141 asociaciones cannábicas, y cada ayuntamiento dicta su normativa. Por ejemplo, en San Sebastián se impide que los clubes estén por encima de la primera planta o a menos de 700 metros de un centro educativo. Como puede verse, las normas se dirigen más a lo urbanístico que al cultivo, distribución, consumo e importación de la sustancia, un tema bastante más delicado y que levanta ampollas. Bilbao, que ahora también se suma a esta regulación, va en la misma línea. Y los mensajes políticos también se mueven en esa franja entre el sobreentendido y el eufemismo. En palabras de Abaunza, Concejal de Planificación Urbana de Bilbao, “estos clubes no están perseguidos, pero sí es conveniente que estén regulados”. Lo cierto es que el reconocimiento de derechos (y la asunción de obligaciones) ayuda a visibilizar, aunque el camino hacia la normalización todavía sea largo. Si esto ocurre en casi todos los ámbitos, en el mundo del cannabis (con ramificaciones en lo sanitario, lo lúdico, lo policial y lo legal) las dificultades se multiplican exponencialmente. Por eso los consumidores acogen cada paso adelante como un acto de justicia y una garantía de que cualquier tiempo futuro será mejor.