James «Jamie» Brown, magnate del ladrillo natural de Glasgow, Escocia, se retiró a los 36 años tras haber acumulado una considerable fortuna a través de especulaciones inmobiliarias. Pero en su caso, el dinero no le trajo precisamente la felicidad sino la capacidad de financiar una brutal adicción a la cocaína. Hasta el punto de que su reciente ficha policial muestra cómo el esnifar exorbitantes cantidades de coca durante nueve años puede terminar por colapsar la nariz.
Brown, según han informado diversos medios de comunicación británicos, ha empezado a cumplir cinco años de prisión. El pasado mes de diciembre, la Policía le detuvo en Gales mientras conducía un Bentley descapotable. Escondido en el sistema de ventilación y el mecanismo de la capota, los agentes encontraron en el exclusivo vehículo un costoso «extra»: cocaína por un valor de estimado en más de 200.000 euros.
Y para rematar, al registrar la habitación del hotel de lujo donde se encontraba alojado el sospechoso, los investigadores se toparon con un alijo de armas y más cocaína. Entre el arsenal sin licencia incautado figuraba un rifle, abundante munición y una pistola semi-automática de 9 milímetros Walther PP1, famosa por las películas de James Bond.
Según han explicado fuentes judiciales, Brown empezó a disfrutar un retiro dorado en Portugal, donde empezó a consumir cocaína. Una adicción que el millonario financió con su fortuna y no con dinero procedente de actividades delictivas, como se han encargado de argumentar sus abogados.
Como resultado de esnifar a diario masivas dosis, el hombre se volvió paranoico y se encontraba cada vez más obsesionado con su seguridad. Además de desarrollar problemas cardiacos y una evidente deformidad en la nariz, al perder cartílago.
Fuente: http://www.abc.es