La práctica de la meditación conduce a niveles superiores de espiritualidad, que afectan positivamente al cuerpo físico, mental y espiritual o etérico. De esta forma, el que medita no sólo crece interiormente, sino que también brinda sabiduría y paz a quienes lo rodean.
Pero, la meditación grupal es mucho más que eso: no sólo es la sumatoria de las onciencias individuales, sino la creación de una gran fuerza superadora de todas ellas. Es ella la que trasciende a los integrantes y fluye sobre todo el planeta.
EL PODER DE LA LUNA LLENA
La fase de la luna llena corresponde al momento en que no hay interferencia entre nuestro planeta y el astro de quien depende la vida, el Sol; por eso, la Luna se ve totalmente iluminada, lo que equivale a un momento de máxima energía. Los seres vivos perciben esta fuerza y reaccionan ante ella estando más activos y más predispuestos para realizar una práctica espiritual.
Desde antaño, el hombre ha realizado prácticas mágicas a la luz de la luna llena: hoy sabemos que esa energía puede canalizarse para la protección y el ascenso en la evolución espiritual, tanto personal, como social y universal.
PREPARARSE PARA LA MEDITACIÓN
Las personas que practican meditación suelen prepararse tres días antes, concentrándose de forma previa. El objetivo es eliminar de su conciencia todo elemento negativo, apartando de sí todos los problemas personales y poniéndose al servicio de los demás. Durante estos días y los tres posteriores a la luna llena, es conveniente meditar –aun brevemente- al amanecer, al mediodía o al crepúsculo, reforzando la disposición de servir al bien de la Humanidad.
Para que la práctica resulte verdaderamente eficaz, es necesario abrir dos centros energéticos: el cardíaco y el coronario. Del primero, fluye la luz dorada del amor, que baña a cada ser de la tierra, resguardándolo y llenándolo de paz y bienestar. El centro de la cabeza recibe la luz blanca –o plateada- que es la energía vital cósmica.
EL EJERCICIO, PASO A PASO
Puede realizarlo solo o en grupo, con la guía de un maestro o sin ella:
- Adopte una postura cómoda, cabeza y espalda erguidas, pies apoyados en el suelo y manos, sobre las rodillas.
- Respire suave, profunda y rítmicamente, sin forzar su respiración.
- Sienta que es uno con todos los que están meditando como usted; o uno con el universo, si lo hace solo.
- Al inhalar, vea una columna de luz blanca que entra por el centro de su cabeza, recorre su columna vertebral, y se distribuye por brazos y piernas. Al exhalar, sienta cómo la luz sale de usted y es impulsada hacia el cosmos, el universo.
- Luego de unos minutos, visualice una luz dorada que sale de su corazón. Un brillo intenso lo irá envolviendo e irá derramándose sobre quienes ama.
- Termine agradeciendo. Algunos utilizan la “Gran Invocación”; puede repetirla, o bien, emplear otra fórmula o plegaria, si así lo desea.
- Permanezca en silencio el tiempo que desee. Antes de levantarse, abra los ojos, y mueva brazos y piernas.
- La gran invocación:
“Desde el punto de Luz en la Mente de Dios. Que afluya Luz a las mentes de los hombres; que la Luz descienda a la Tierra. Desde el punto de Amor en el corazón de Dios, que afluya amor a los corazones de los hombres; que Cristo retorne a la Tierra.
Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida, que el Propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres, el propósito que los Maestros conocen y sirven.
Desde el centro que llamamos la raza de los hombres, que se realice el Plan de Amor y de Luz, y se selle la puerta donde se halla el mal.
Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
OM, OM, OM”.
LOS DESTINATARIOS DE LA LUZ DORADA
El ejercicio de meditación anterior, no sólo sirve para “iluminarse” a uno mismo, es decir, para llenarse de paz y armonía; sino, también, como dijimos al comienzo, para derramar esos beneficios sobre todos quienes nos rodean. Por eso, la práctica de este ejercicio, especialmente, si se realiza de forma concentrada y repetida, hará que la luz que sale de su corazón envuelva con su poder sanador sucesivamente a:
- Usted mismo: aportándole amor universal y mayor sabiduría.
- Sus seres queridos: fortificando la unión que mantiene con ellos.
- Los gobernantes: para que sean más sabios.
- Los educadores: a fin de que eduquen con amor a los seres del futuro, para, de este modo, comenzar a cambiar el corazón de la Humanidad toda.
- Los que cuidan la salud: para que adviertan no sólo la del cuerpo, sino, también, la del alma y la mente.
- Los que se dedican a los negocios y la economía: buscando que dejen de ser tan avariciosos y se concentren en acrecentar el bien común.
- Los artistas y científicos: para que sus ideas sirvan al bien de todos.
- Todas las personas de bien: para que trabajen activamente por obtener mejoras en la calidad de vida de todos.
Usted o el grupo de meditación pueden elegir, además, un objetivo específico para concentrarse en él con más energía. Fuente