Un mapa ilustra las consecuencias apocalípticas que el cambio climático tendrá en la Tierra si las temperaturas llegan a subir tan sólo cuatro grados. Según expertos británicos, este es uno de los mapas más completos e interactivos que se han hecho hasta el momento y augura un escenario particularmente catastrófico para la Argentina.
El gobierno británico advierte que una subida de dos grados es el límite que aguantaría el planeta antes de entrar en un proceso de descalabro total.
Con cuatro grados, tal como advierte el mapa, las consecuencias serían tremendas: temperaturas extremas, sequías, incendios forestales, aumento del nivel del mar, derrumbe de la producción agrícola y escasez de agua potable, entre otras.
Ni más ni menos que un entorno hostil al desarrollo de la civilización humana. Como endeble alivio, David Miliband dijo que hoy no es posible “un mundo de cuatro grados”. Pero la preocupación no va a dejar de estar latente mientras siga la emisión de gases de efecto invernadero.
Las conferencias internacionales sobre cambio climático organizadas por la ONU donde participan la mayoría de los Estados lo demuestran. En ese mundo caliente del que ya se está en el umbral y tocando timbre, habría muerte, destrucción y pobreza. Aunque suene a un eslogan barato.
Con cuatro grados, se derretirían los polos, subiría el nivel del mar y ciudades como Buenos Aires o Nueva York correrían la misma suerte que la Atlántida.
El 10% de la población mundial vive en zonas que se inundarían. Con cuatro grados, sequías constantes azotarían al Mediterráneo, a Sudáfrica y al este de China, además, en Norteamérica y Europa las temperaturas máximas serían de diez grados más que las de hoy, convirtiendo a esas regiones en verdaderos hornos.
Con cuatro grados, habría menos reservas de agua, menos pesca en los océanos, reiterados ciclones tropicales, incendios en los grandes bosques y selvas como el Amazonas, más y nuevas enfermedades.
La Argentina sería uno de los países más afectados.
Más allá del detalle de que Buenos Aires, Rosario y Comodoro Rivadavia desaparecerían (como todas las otras ciudades costeras o ribereñas), el recalentamiento global le daría un golpe despiadado a la economía: los cultivos de trigo y maíz retrocederían un 40% y lo mismo, o peor, sucedería con la soja.
A su vez, los glaciares serían un recuerdo de postal amarillenta y la Patagonia pasaría de árida a desértica. La acidificación del mar se llevaría puesto al ecosistema marino del Atlántico sur y chau producción pesquera.
Los bosques del Sur, las selvas del NOA y los montes de arbustos (los de Córdoba, por ejemplo), vivirían de incendio en incendio.
A nivel global, la consecuencia social más cruel sería la del hambre. Se calcula que habría un 20% más de estómagos vacíos, lo que equivaldría a que prácticamente la mitad de la población mundial sufriría desnutrición. En este sentido, el África subsahariana sería más que nunca una pesadilla dantesca.