Un libro repasa nuestras debilidades; esas que resultan inconfesables y que los hombres ni siquiera imaginan
Hablamos con su autora.
La periodista María Isabel Sánchez, autora de Las infieles, es especialista en lanzar libros con nombres tentadores. Vuelve al ruedo con “Las pecadoras. Malos pensamientos… Y secretos inconfesables”, de Ediciones B.
¿Cuáles son los “malos pensamientos” que mencionás?
Las mujeres guardamos bajo siete llaves nuestros malos pensamientos: la envidia, los celos, la sed de venganza, nuestra inseguridad y complejos, la curiosidad morbosa, la maldad, y sobre todo, las fantasías sexuales inconfesables.
¿Por qué guardamos tantos secretos?
Guardamos todo aquello que nos avergüenza y que creemos que, de ser confesado, haríamos daño al hombre que tenemos al lado y a nuestra propia imagen, casi siempre construida en base al deseo de los varones.
Eso demuestra que aún estamos muy lejos de ser libres y auténticas. Seguimos atadas al «deber ser» y a la mirada ajena, especialmente a la masculina.
Es decir, somos machistas…
Hay muchas mujeres que son más machistas que los hombres. Incluso creo que las verdaderas responsables de la subsistencia del machismo somos las mujeres, que seguimos educando hijos de acuerdo a los viejos arquetipos de género.
No soy feminista, y aunque sostengo que hombres y mujeres somos diferentes, en cuanto a derechos y obligaciones considero que la cosa debe de ser pareja.
¿Y dónde quedó la “liberación femenina”?
Es real a medias. Nos hemos liberado en lo profesional y en lo laboral, hemos adquirido más obligaciones que derechos. Un hombre mujeriego sigue siendo comprendido, disculpado y hasta admirado. Una mujer que tiene muchos compañeros sexuales siempre será mirada como una ninfómana, incluso por otras mujeres.
¿La mujer es más, igual o menos infiel que los hombres?
Creo que a esta altura somos tan infieles como los hombres, pero las causas de nuestra infidelidad son claramente diferentes. Engañamos por venganza, porque nos sentimos ignoradas y poco deseadas, o por curiosidad. También es distinta la carga emocional que le ponemos a la relación clandestina: casi siempre nos enamoramos del amante.
¿Y el “touch and go” no sirve?
Descreo de la postura de muchas mujeres que sostienen que tienen amantes solo por el placer del sexo y que les «van» las historias de «touch and go» como a los hombres. Las mujeres nunca tendremos mentalidad masculina: aunque tengamos sexo circunstancial con un desconocido, siempre nos quedaremos esperando un llamado telefónico del hombre con el que intimamos… Si no lo hace nos sentiremos angustiadas, aunque no lo reconozcamos ni por orden de un juez federal.
¿Qué consejos darías para moverse en este mundo tan pecador?
El pecado es tan antiguo como el mundo. Y la mujer ha sido históricamente ligada a la idea de pecado, desde los textos bíblicos. Las mujeres somos seres humanos llenos de debilidades (como los hombres) pero todavía no tenemos la libertad de mostrar nuestra vulnerabilidad en algunos temas (como ellos no tienen permiso para mostrarse débiles en otros).
Aquellos secretos que nos avergüenza confesar deben quedar en el terreno de los malos pensamientos, y no hay que caer en el error de confesarlo todo. El sincericidio es un camino que no conduce a buen puerto. Antes de confesar algo complicado deberíamos pensar detenidamente si esa confesión será beneficiosa para alguien o si, por el contrario, solo servirá para que alguien sufra.
Yo aconsejo que los malos pensamientos solo sean revelados ante el psicólogo