Un equipo de trabajo de la Universidad de Düsseldorf, al oeste de Alemania, bajo la dirección del sociólogo Ulrich Rosar, valoró primero el atractivo físico de los jugadores -según encuestas- y luego lo comparó con el rendimiento en el campo.
Ese rendimiento fue evaluado de acuerdo con indicadores como goles, contactos de pelota y estadísticas en la lucha por balones divididos.
El mejor calificado en el conjunto de esos parámetros en esa temporada fue el francés Franck Ribery, del Bayern Múnich, que ocupó el puesto 480 en lo relativo al atractivo físico.
En cuanto a criterios estéticos, los primeros lugares fueron para Markus Daun, Adam Bodzek y Markus Neumayr, que descendieron con el MSV Duisburgo.
«Quien es físicamente atractivo no tiene que hacer mucho para dar una imagen positiva», dijo Rosar para explicar los resultados de su estudio. «El jugador piensa: soy bello, no necesito esforzarme demasiado», agregó el sociólogo.
Rosar sostiene que los espectadores asocian la belleza física de los jugadores con cualidades como disciplina y creatividad.
El sociólogo adelantó que quiere hacer un estudio semejante con jugadoras de handball, para comprobar si en un deporte minoritario se da un efecto similar.
A mediano plazo, Rosar quiere determinar si el fenómeno -de que los más bellos rinden menos- es extrapolable a ámbitos distintos al deporte, como el mundo del trabajo.
El proyecto tiene como título «Atractivo físico y rendimiento individual».