1. Convertir la cena en la comida principal del día
A veces es el momento cuando estamos más relajados y con más tiempo, y nos dedicamos a cocinar y a comer en condiciones. Sin embargo, es justo el momento del día en que no necesitamos tantas calorías. Con toda probabilidad, al terminar de cenar nos sentaremos frente a la tele, leeremos, jugaremos en Internet, y luego a la cama. La cena ideal debe incluir entre 450 y 625 calorías, suponiendo que en el resto de las comidas se ingieran entre 1800 y 2300 calorías si eres mujer, y entre 2.000 y 2.500, si eres hombre. Aunque algunos nutricionistas dicen que la cena debe ser mucho más frugal, un 25% del total de las calorías diarias. Desde el punto de vista nutricional, la cena debe ser ligera, bien proporcionada y en un mundo ideal debería mantenerse por debajo de las 500 calorías.
2. Poner fuentes en la mesa
Esto te hace comer más. Si el plan es reducir peso, es mejor que los platos salgan de la cocina con las raciones servidas. Entre plato y plato deberíamos esperar diez minutes para que el cerebro mandé las sensaciones de saciedad adecuadas, y no sigamos comiendo por ansiedad o por cualquier otra cosa no relacionada con el apetito. Con frecuencia, la conversación en la mesa reduce la cantidad que comemos en el segundo plato.
3. Comer frente a la tele o al ordenador
Muchas veces los errores de la cena no se cometen en la mesa, sino en el sofá. A veces el alimento más calórico es lo que picamos tras la cena o lo que picamos en lugar de sentarnos a comer de modo más serio. El picoteo, que no suele incluir los alimentos más sanos del mundo, es un enemigo, sobre todo si se acompaña por actividades que distraen la atención, como ver la televisión o navegar por Internet. Cenar debe ser un acto consciente y separado de otras actividades.
4. Tener el salero en la mesa
Tener la sal cerca nos hace consumir más sodio del recomendable. En su lugar, los nutricionistas recomiendan probar hierbas aromáticas o especias frescas o secas y reducir así la cantidad de sal en las comidas.
5. Cenar fuera de casa es casi siempre cenar demasiado
Los expertos recomiendan no salir a cenar más de una vez a la semana. La comida de los restaurantes suele ser hipercalórica, con más grasas y azúcares que la casera. Además, solo el hecho de tener que pagar, nos hace comer más cantidad y dejar el plato vacío. Encima, casi siempre pedimos un postre. Es lo tradicional, lo que nos apetece y lo que manda nuestra cultura. Pero el postre de la cena solo sirve para acumular grasas. Además, no es una buena idea comer azúcar antes de meterse en la cama, te estarás despertando toda la noche.
Fuente: http://www.mujerhoy.com