Cuando se conduce por las afueras de la ciudad de Tucson, en Estados Unidos, llega un momento en que las filas de casas dan paso a un espectáculo mucho más extraño: montones de aviones militares, inmóviles bajo el ardiente sol del desierto. Esa es la señal de que uno ha llegado a la base aérea Davis-Monthan, que alberga unos 4.400 aparatos en un espacio de unos 10,5 kilómetros cuadrados. Aparte de los que se ven a simple vista, dentro de los hangares otros aviones fueron transformados en montones de piezas, que esperan a ser enviadas a algún lugar del mundo para formar parte de otro avión. El cementerio más grande Davis-Monthan no es el único cementerio de aviones en el mundo, pero es, de lejos, el más grande. Las condiciones climáticas de Arizona -calor seco, baja humedad, poca lluvia- implican que los aparatos tardan mucho más en oxidarse que en otros lugares. Los aviones son caros de construir y de mantener, pero incluso al final de su vida activa pueden ser aprovechados. Aunque para ello hace falta mucho espacio físico y mucho dinero. Almacenarlos en el tipo de hangares necesarios para que se mantengan calientes y secos es caro: es mucho más fácil aparcarlos en el desierto de Arizona. Pero no solo se trata de aterrizar y aparcar: aunque los aviones estén inactivos, algunos pueden volver a ser requeridos en el aire, lo que puede llegar a resultar muy costoso. Bombarderos arruinados Los trabajadores de este cementerio tienen una exhaustiva lista de tareas que cumplir. Las aeronaves tienen que ser convenientemente lavadas para que no queden restos de sal que puedan contribuir a la oxidación, los tanques de combustible deben ser vaciados y bañados con una especie de aceite lubricante, y los dispositivos de explosión, como las cargas que activan los asientos proyectables, tienen que ser retiradas. En la última fase se cubre cualquier tipo de conducto o válvula con cinta de aluminio y los aviones son pintados con una pintura fácil de sacar y una capa que ayuda a que el aparato no se caliente excesivamente por el sol. Los aparatos se almacenan de distintas formas. Algunos se mantienen casi en activo por si hay que volverlos a usar, mientras que otros son parcialmente desmantelados. A otros se los usa como fuente de recambios, y mantienen sus componentes hasta que se necesitan en alguna otra parte: en Davis-Monthan hay unas 400.000 piezas y maquinaria específicas de distintas partes de un avión. Cementerios post soviéticos Muy lejos del desierto de Arizona, en Rusia, hay cementerios de aviones que contienen algunas de las antiguas aeronaves del ejército soviético, aunque hay que señalar que aquí los aparatos no están en condiciones de volver a funcionar. La antigua base de Vozdvizhenka, a casi 100 kilómetros al norte de la ciudad de Vladivostok, en el este de Rusia, solía albergar bombarderos soviéticos supersónicos. Tras el final de la Guerra Fría los aviones no hacían ninguna falta, así que simplemente los dejaron donde estaban. La antigua base secreta se encuentra ahora abandonada, sus oxidados aviones posando para fotógrafos que llegan hasta el lugar. Otro cementerio post soviético es la Zona de Exclusión de Chernóbil, el área evacuada tras el desastre nuclear de 1986 en esta región de Ucrania. En este lugar, gigantes helicópteros soviéticos fueron abandonados a merced de los elementos. El editor de fotografía de la BBC Phil Coomes visitó el sitio en 2006, en el aniversario del desastre. “Tras el accidente nuclear de Chernóbil muchos de los vehículos contaminados que se usaron en las operaciones de limpieza se dejaron en enormes cementerios de chatarra en las zonas de exclusión que rodean al reactor. Algunos siguen allí a día de hoy”, asegura Coomes. Esperando el desguace De vuelta en Estados Unidos, en California, el aeropuerto de Mojave presta un servicio similar para aviones comerciales que han llegado al final de su vida activa. Durante décadas aquí se han traído aeronaves que se almacenan en el desierto hasta que son desg
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