Hasta la década de 1990, el aceite de coco era un producto con muy mala reputación. Los encargados de correr la voz fueron los científicos, que en sus experimentos para elevar el colesterol de los ratones usaban aceite de coco hidrogenado. Hoy se sabe que el aceite de coco virgen (sin procesar) tiene efectos completamente distintos: debido a que se compone de ácidos grasos de cadena corta —principalmente ácido láurico—, el cuerpo lo transforma de inmediato en energía, acelerando el metabolismo y evitando que se almacene en forma de grasa.
Cuando se habla de aceite de coco sin procesar quiere decir que no ha sido sometido a refinación, blanqueamiento o hidrogenización, tampoco contiene conservadores —no los necesita— ni químicos añadidos. Es raro que se encuentre en supermercados; por lo general, se consigue en tiendas gourmet, almacenes o farmacias naturistas. Además de ser muy barato, tiene propiedades antibacterianas, antimicóticas y antioxidantes. Y es tan versátil que se puede usar en la cocina y en el tocador.
Dulce y salado
El aceite de coco sin procesar es ideal para veganos, celíacos, vegetarianos, diabéticos y personas con hipertensión. Se puede usar para freír en el sartén y es un excelente sustituto de la manteca animal y otros aceites vegetales en los platillos salados.
Para los amantes de los postres y la repostería, el aceite de coco es una opción bastante sana que además de sustituir a la mantequilla, aporta un ligero toque de vainilla y refina los sabores.
Afeitado sin irritación
Hay personas con la piel sensible que quedan muy lastimadas después de afeitarse. En lugar de la espuma o el jabón, se puede aplicar una capita de aceite de coco (se derrite en las manos y tiene un olor muy agradable) sobre la piel para lubricarla y protegerla.
Brillo e hidratación
Al igual que los bálsamos para labios, el aceite de coco viene en estado sólido y se derrite con el calor del cuerpo. En un frasco pequeño, pon un poco de aceite y llévalo en tu bolsa. Aplícalo con la punta de tu dedo sobre las mejillas o los labios para darles brillo e hidratarlos.
En el cabello
En un estudio reciente se probó la efectividad de tres distintos aceites (mineral, girasol y coco) en el cuidado del cabello. Los resultados mostraron que el ácido láurico del aceite de coco tiene gran afinidad con las células capilares, por lo que penetra hasta las capas más profundas del cabello y evita que éste pierda las proteínas que le dan brillo y resistencia. El aceite mineral no tiene afinidad alguna con el tejido capilar, y el de girasol, a pesar de ser un triglicérido y tener ácido linoléico, no penetra la fibra porque sus cadenas de moléculas son más largas.
Si quieres darle un tratamiento a tu cabello, una vez por semana aplica aceite de coco sin procesar —evitando la raíz— y déjalo que actúe una o dos horas. Lávalo como acostumbras. También puedes usarlo como hidratante/antifrizz después de planchar el cabello. Una vez más, evita la raíz para no arruinar tu peinado con un efecto grasoso.
Desmaquillante de uso rudo
Por su consistencia, es infalible para remover maquillaje de uso rudo, como el rímel contra agua, los labiales indelebles y el pegamento de pestañas postizas.
La textura del aceite de coco es deliciosa para hacer masaje en todo el cuerpo. En frío es sólido, pero se va derritiendo con el calor. En comparación de otros aceites, su aroma no es molesto ni invasivo y rinde mucho más. También es ideal para evitar la «piel de elefante» y proteger zonas de bastante movilidad y demanda, como los pies, las manos, los codos y las rodillas.
Fuente: http://ar.mujer.yahoo.com