Lo que los hombres jamás cambiarán
Lo que los hombres jamás cambiarán

Lo que los hombres jamás cambiarán

No grandes mentiras, por supuesto (nunca lo admitiríamos), sino pequeñas mentiras piadosas que tienen un propósito: hacerlas sentir mejor a ustedes y no meternos en problemas a nosotros.

Así que si preguntan si la ropa les queda bien, si nos acordamos de pagar la factura eléctrica o si estamos entusiasmados porque sus padres van a quedarse unos días en casa, siempre, en todas las ocasiones, responderemos afirmativamente. ¿Por qué? Porque la alternativa es demasiado penosa como para considerarla.

 

Quizá crean que sus novios sólo tienen ojos para ustedes, pero les garantizo que echan miradas a, al menos, 10 mujeres diferentes por día.

Una o dos de ellas pueden incluso hacer que se detengan a pensar cómo sería la vida con ellas. Pero no dejen que esto las preocupe, al final siempre nos damos cuenta de que es un caso de ‘gusta lo ajeno, más por ajeno que por bueno’, y de que la otra chica terminaría siendo probablemente muy aburrida.

A pesar de nuestro ojo inquieto, nunca nos olvidamos de por qué estamos con ustedes.

 

¿Piensan que sus deslices y manías quedan entre ustedes y sus novios? ¡De ninguna manera! Sin importar con qué frecuencia hagan algo bochornoso o, lo que es más probable, completamente irracional y luego digan ‘por favor, no le digas a nadie de esto’, sin dudas será lo primero que les contemos a nuestros amigos en el pub.

Lo sentimos, pero necesitamos saber si es normal. Y también reírnos un poco de ustedes…

A la gran mayoría de los hombres heterosexuales no les importa mucho la moda. Nos gusta vernos bien, pero hacer compras es mucho más fácil para los hombres y, en consecuencia, pasamos menos tiempo preocupándonos por qué ponernos.

Si quieren que nos vistamos mejor, no hay problema, siéntanse libres de comprarnos ropa nueva, pero no esperen un gran esfuerzo de nuestra parte.

A la mayoría de los hombres les gusta el deporte y, si bien comprendemos que vamos a mirar menos programación deportiva cuando nos vayamos a vivir juntos, no esperen que lo abandonemos por completo.

Si no está permitido en casa, entonces simplemente buscaremos hacerlo en otro lugar, por lo general el pub. Y no se quejen cuando el Campeonato Mundial invada todos los horarios de televisión; sólo se juega cada cuatro años.

Las mujeres son mucho más maduras al momento de hablar de sus sentimientos; para nosotros siempre será una tortura. Comprendemos los beneficios de abrirnos emocionalmente, pero eso no significa que tenga que gustarnos, ¿no?

Como hombre que ha estado en una relación larga y se ha criado en una casa llena de mujeres, calculo que he pasado el 98% de mi vida esperando cerca de la puerta a que una de ellas llegara a un punto en el cual se sintiera preparada para salir.

De hecho, he perfeccionado tanto mi percepción del tiempo que le lleva a dicha novia estar lista, que sé calcular a la perfección cuándo debo ducharme (por lo general, es cuando ella recién ha terminado de ponerse el maquillaje).

 

No me gusta generalizar, pero la mayoría de las mujeres piensa en el sexo de manera diferente que los hombres. Mientras que ustedes valoran su cuerpo y necesitan sentirse cerca de alguien antes de acostarse con esa persona (esto tiene sentido cuando uno lo ve escrito), nosotros no dudaríamos en hacerlo en cualquier momento, aunque no tuviéramos ganas.

¿Por qué? Porque recordamos la época en que éramos adolescentes y acostarnos con una chica era tan probable como ganarnos la lotería; la sola idea de negarnos nos habría desesperado.

 

¿Por qué les gusta tanto a las mujeres enviar tarjetas? ‘Gracias’, ‘Lo siento’, ‘Feliz cumpleaños’, ‘Felicitaciones’, ‘Nos encantaría asistir pero pensamos que eres un idiota’… las ocasiones que ameritan enviar una nota son infinitas.

Siempre seremos unos negados en este aspecto y si alguna vez le enviara una tarjeta a un amigo para agradecerle una cena, pensaría que me he vuelto loco. Y por eso se lo dejamos a ustedes; no finjan que no las pone contentas.

Aunque ustedes no dudarían en señalar nuestra panza y decir ‘eso tiene que desaparecer’, ni en un millón de años nos atreveríamos a dirigir la atención a la celulitis de sus muslos o alguna carne que rebalse ligeramente del pantalón.

He cometido este error en el pasado y, después del drama resultante, jamás volveré a hacerlo. Es verdad que nos echan la culpa de todo…

Fuente: http://especiales.latino.msn.com/

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