Vino a presentar su disco Mi amigo, El príncipe y, como no podía ser de otra manera, apareció en el escenario como un integrante de la realeza. Capa, camisa con shabot, collar, gafas y botas formaban parte del vestuario de Cristian Castro cuando irrumpió apenas corrido el telón de su del jueves en Córdoba. A falta de espada, sobró micrófono, talento y simpatía.
Para abrir, el mejicano eligió No podrás, uno de sus himnos más célebres, y el , compuesto en su mayoría por damas de varias generaciones, se prestó a la ovación así, desde el arranque. De ahí en más, ese sería el lenguaje en el que las casi cuatro mil almas que poblaban el Orfeo se comunicarían con su majestad. “Sus deseos son órdenes”, pareció ser la premisa, ya que cada movimiento, gesto o frase de Castro recibía gritos de aprobación como réplica.
Le siguieron hits radiales como Lloviendo estrellas, Vuélveme a querer, Cuando me miras así, , que hicieron vibrar a la platea y poner en práctica el arte de corear estribillos. Después llegaron temas novelescos menos populares como Mujer de madera y . “Pensé que la íbamos a cantar juntos. ¿Acaso se saben más las de Luis Miguel?, les reprochó a las chicas tras la pobre repercusión. Respuesta: más gritos y un “ole, ole, ole, Cristian, Cristian”. A esta altura, ya lucía traje blanco y remera a rayas y demostraba sobre un austero escenario las razones por las que en 20 años de carrera vendió más 10 millones de discos, y obtuvo 65 certificaciones de discos de oro y 31 de platino.
Ya con los ánimos satisfechos y más hacia la mitad del , el intérprete puso manos a la obra y mostró lo que había venido a presentar. Vestido de smoking negro, desplegó una sesión especial dedicada a su artista y padrino artístico, José José, a quien homenajea en su reciente y que justifica su actual gira. De haber habido una bola de espejos y menos sillas, el campo hubiera sido una gigante pista para bailar lentos. Novios no faltaban. “Gracias por el esfuerzo (de acompañar a sus chicas)”, les reconoció Castro.
El conjuro continuó cuando el cantautor apareció con el cuarto cambio de vestuario para entonar La llave de tu corazón, lo que sobrevivió a Lobo, la tira de Pol-ka que concluyó hace unos días. Le siguió el momento de mayor comunión con los asistentes, una sesión de acústicos que incluyeron clásicos como Después de ti, Por amarte así y Ángel. Para entonces, llovían prendas de a sus pies. Demasiado correcto como para pasar por alto las ofrendas, las tomó en sus manos, las mostró al auditorio y las acercó a su nariz. Luego, como para multiplicar el frenesí, invitó a un grupo de Mariachis para acompañarlo en No me casaré.
Antes de irse, aprovechó para hacer honor a la localía y homenajeó a Rodrigo Bueno entonando unas estrofas de Soy cordobés. Minutos antes se había referido al legendario cantante de cuarteto con un poco feliz “yo soy un poco como Rodrigo, si me falopeara un poco” seguido por “muera la falopa”, que debió haber sido la única declaración del baladista que provocó afonía en la tribuna. Como para cerrar las dos horas de show, Cristian renovó los votos con sus seguidores entonando Lo voy a intentar y Azul, en medio de una lluvia de papelitos que caían en la habitación. Hay que darle crédito: El príncipe está vivo, viva el príncipe.
Fuente: lavoz.com.ar