El pequeño Charlie Parker solo tiene dos años, pero ya es todo un experto en el manejo de serpientes y cocodrilos. El pequeño tiene esa destreza en sus genes pues su familia es dueña y operadora del parque de Vida Salvaje Ballarat, en Victoria, Australia. Charlie no creció con mascotas tradicionales, sino con toda clase de reptiles como Pablo, una boa constrictora de 2,5 metros de largo. «Nosotros nunca lo expusimos intencionalmente a los animales. El solo apareció con esta obsesión con serpientes y lagartos. Debe ser genético'», afirma su padre Greg Parker, segunda generación de dueños en ese santuario animal.
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