No eres perfecta ni falta que hace. La mujer “Diez” responde a los cánones impuestos por la moda y no tiene porqué ser el ideal de tu chico. Muchas veces nos obsesionamos con parecernos a esas mujeres impactantes que vemos en las pasarelas, delgadas, altas, divinas en sus andares (a veces también se tropiezan) y siempre impecables.
Tus características físicas y tu forma de ser es lo que te hace única y eso que tú consideras un defecto seguro que para él es parte de tu encanto. Te sorprendería saber qué contesta cuando sus amigos le preguntan por lo que más le gusta de ti. Algunos ejemplos:
Los kilos “de más”. Encontrar a una mujer que no piense que le sobra algún kilo es una auténtica rareza. Cuidarse es indispensable, por supuesto, pero intentar cambiar tu fisonomía con dietas espartanas y ejercicios inhumanos para conseguir estar en los huesos es un grave error. A los hombres, ¡les encantan las curvas!
La belleza y la armonía de la figura femenina están en sus formas redondeadas y sensuales, mucho más atractivas que las líneas perfectas de la mujer “palo”. Algunos de tus complejos pueden ser lo que a él le vuelva loco. Un pecho, según tú, demasiado generoso, un culete respingón o unas caderas que consideras demasiado anchas y que él ve de lo más femenino son sólo algunos ejemplos de que no siempre los kilos sobran.
Pecas, lunares y “antojos”. Esa mancha de nacimiento que no te gusta nada, las pecas de tu cara que te empeñas en tapar con maquillaje o ese lunar que piensas – ¡queda fatal! -, son señas de identidad que sólo tienes tú y que seguramente él vea atractivas y especiales. Las pecas dan un toque juvenil y “pícaro” a tu cara y para muchos hombres, un lunar estratégicamente situado puede resultar absolutamente sexy e irresistible.
Canas y arruguitas. Son otra de las “preocupaciones” habituales que pueden generarte inseguridad a la hora de relacionarte con el sexo masculino. ¿Sabes que a muchos hombres un pelo entrecano o un singular mechón blanco en tu cabello les parecen muy atractivos? No sufras por los signos del paso del tiempo; te aportan madurez, serenidad y un halo enigmático muy interesante.
Timidez, exceso de sensibilidad, torpeza… Dejando de lado el tema del físico, seguramente hay aspectos de tu carácter que no terminan de convencerte y crees que pueden hacer “huir” a tu pareja. Nada más lejos de la realidad. La timidez (siempre que no hablemos de un auténtico problema) es una característica que gusta a la mayoría de los hombres, sobre todo si de vez en cuando eres capaz de “sacar las uñas” ante una situación determinada.
Ruborizarse ante una mirada o un halago no es malo (además no lo podrás evitar). La timidez suele despertar en ellos ternura y afán de protección algo que, sin pasarse, siempre sienta bien. No todas tenemos que ser un ejemplo de seguridad, independencia y arrojo y si este caso contrario, es el tuyo, tampoco está mal porque hay hombres a los que lo que les encanta es precisamente eso, una mujer decidida y que tome la iniciativa en todo. Está claro que si está junto a ti es porque le gusta tu forma de ser, sea cual sea.
En el tema de la sensibilidad, por supuesto no se trata de ningún defecto, pero a veces nos avergonzamos de mostrar demasiado nuestros sentimientos (una película ante la que no se pueden contener las lágrimas, quedarte embelesada ante una escena romántica o al mirar un bonito paisaje). Piensa ¿no te encanta que él se muestre sensible?, pues a él también que tú lo seas. La sensibilidad nunca está de más, el problema son las personas insensibles.
En cuanto a las torpezas, tropezones, meteduras de pata, inconveniencias, etc, simplemente recuerda que él tampoco es perfecto y que hay situaciones realmente divertidas por mucho que vos te pongas colorada y pases un mal rato. Tomatelo con humor y saca partido.
Fuente: http://www.mujerdeelite.com