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Una pareja de ancianos fue hallada en un deplorable estado físico, desnutridos y abandonados a la intemperie por su propia descendiente. Un sobrino de las víctimas denunció luego de fotografiarlos, en una casa en La Banda, Santiago del Estero.
“¡Matame hijo, matame!«. Con voz entrecortada, Teresa habría implorado a su sobrino que le quitara la vida, para evitar tanta humillación y sufrimiento.
La mujer y su esposo acaban de despertar de una pesadilla: fueron rescatados de una odisea que incluyó la detención de su propia hija, en La Banda, Santiago del Estero.
Según la investigación que timonean el juez Ramón Gómez y la fiscal Norma Elizabeth Morán, todo se precipitó con una denuncia interpuesta por un sobrino de las víctimas, ambos de más de 60 años.
El denunciante habría revelado que desde el 2012 recibía múltiples trabas para visitar a sus tíos, quienes residían en una casa del barrio San Fernando. Los protagonistas son familiares sanguíneos, lo cual acentúa diversos interrogantes, reveló uno de los investigadores.
Al rearmarse la historia familiar, trascendió que la detenida es hija de la anciana, aunque fruto de una primera relación.
Por motivos ignorados, en los últimos años la parejita fue obligada a vivir en los fondos de la casa; a su vez, en la parte delantera residía la denunciada, junto con sus hijos.
Un día común, la mujer alimentaba a sus hijos y en menor medida, hacía extensiva la atención a su madre y padrastro, trascendió en los tribunales.
Hasta entonces, los abuelos no experimentaban nada nuevo: olvido, soledad, quizás el mal globalizado en muchos hogares.
Siempre en función de la denuncia, en el 2012 la anciana (Teresa) sufrió un accidente cerebro vascular (ACV), dijeron las fuentes. Ello derrumbó la de por sí frágil humanidad de Teresa, erosionándose su sistema motriz. Con inusitada rapidez, Teresa empezó a perder peso.
En meses, habría bajado tantos kilos, como orgullo y amor propio en sus prioridades individuales. A la endeblez física por el problema de salud se le habría adosado la falta de atención médica, requisito indispensable para aspirar a una rehabilitación.
Tal oportunidad ofrecida por la medicina no habría sido aprovechada y Teresa sufrió un lógico deterioro. Con la fiel estampa de los abuelos condenados a la nada, Teresa terminó en una piecita pequeña, distante cinco metros de la casa en que transcurría su vida, inalterable, su hija, publicó el sitio elliberal.com.ar.
En meses, la abuela fue alejada de la gente, literalmente aprisionada, cuan imagen indecorosa extraída de un país subdesarrollado. Cuando su sobrino y la Justicia la rescataron, días atrás, Teresa dejó escapar lágrimas de tristeza, desazón, más intensas que su añeja hambruna.
Fuente: http://www.cronica.com.ar/
