Durante años, realizó transacciones en la bolsa por más de 50.000 millones de dólares, utilizando documentos falsos y sin que nadie se diera cuenta. Pero un día su suerte le falló y perdió 4.500 millones. Su abultada cuenta en rojo creció otros 2.000 millones más como consecuencia de la crisis hipotecaria.
Kerviel dejó de ser un corredor de bolsas más para convertirse en el hombre más odiado de Francia y el más endeudado del mundo en 2008, cuando estalló la crisis. La Justicia francesa lo condenó a cinco años de cárcel y a devolver 5.000 millones de dólares.
La cifra es apenas inferior al Producto Interior Bruto de un país como Nicaragua (7.297 millones de dólares en 2011) y para pagarlo debería trabajar 45.000 años sobre la base de su anterior sueldo (50.000 dólares mensuales) o 370.000 años si ganara el salario mínimo de Francia.
“Solo pretendía ser un buen empleado. Yo no era más que una pieza del engranaje y de repente me veo convertido en el principal culpable de la crisis financiera. No he ganado millones y no tengo un Porsche”, declaró en una entrevista al diario Le Parisien.
Kerviel, de 35 años, está pagando cargos por abuso de confianza, falsificación y uso de datos falsos en el sistema informático del banco. Pero él insiste en que es inocente.
Algunos franceses se solidarizaron con el corredor de bolsa y creyeron su teoría de que simplemente fue un peón más en el ajedrez del capitalismo salvaje. Incluso, en las redes sociales le dicen “el James Bond de SocGen”, donde trabajó 8 años, y sus seguidoreshan liderado campañas en Facebook para que “cada francés le done 75 euros”.
Ya es tan popular que se han escrito cinco libros sobre su vida, uno de ellos es su autobiografía, titulada El engranaje, memorias de un trader. Además, es el personaje principal de un cómic que lo pinta como un superhéroe que intenta derrumbar el sistema financiero, y se piensa rodar una película sobre su caso, donde se espera que al recuperar su libertad, él se interprete a sí mismo.
Nathan Williams, uno de los franceses que lidera el club de fans de Jérôme y que propuso la curiosa campaña para que le dieran a él el Nóbel de Economía, le dijo a Semana.com: “Es absurdo que mientras pululan los ladrones de cuello blanco se culpe a una sola persona. Él era parte de un sistema que deja que los corredores jueguen monopolio con el dinero de los demás. Los bancos también deberían pagar y por eso lo apoyamos”.
Fuente: http://america.infobae.com