Scott Maclean, un trabajador de la construcción en Estados Unidos, encontró el amor en una robot que él mismo diseñó. Alejado de la polémica, el hombre comenzó a recibir pedidos internacionales y hoy es el padre del nuevo fenómeno: hombres enamorados de robots.
“Uno de los beneficios de tener una pareja robot es que nunca te romperá el corazón. Ellas no se van, no tienen problemas emocionales”, explica el hombre enamorado de la máquina.
Aunque Maclean explica las bondades de su descubrimiento, muchos podrán preguntarse cuál es la diferencia entre las “mujeres robots” y las “muñecas inflables”.
“Los robots cuentan con un sistema con cinco personalidades pre programadas, duermen, tienen orgasmos y pueden hablar”, explica y ejemplifica con su “master piece”. “Roxxxy pesa 27 kilos, está hecha de silicona hipoalergénica y tiene pelo humano. Además, es capaz de hablar, modificar sus estados de ánimo y gozar en la cama”, agrega Hines en una entrevista concedida al tabloide The Telegraph.
A diferencia de lo que sucede con las mujeres reales, si sus parejas se aburren pueden convertirlas en otras con un simple click. El abanico incluye “frígida Farrah”, reservada y tímida; “Wendy descontrolada”, le gusta salir y es aventurera; “Yoko joven” y “Martha madura”, entre otras.
“Es una compañía que tiene personalidad. Te escucha, habla, te extraña y se va a dormir con vos. Intentamos replicar la personalidad de una persona”, explica Hines.
El valor de los robots arranca en los 10 mil dólares y el comprador puede definir desde el color de sus ojos hasta el tamaño de sus lolas.