Pensando en este tema, no pude evitar acordarme de un personaje de la teleserie «Sucupira»: la «Olguita Marina». Mujer casada, enamorada y fiel, que cada cierto tiempo desaparecía de su casa, abandonaba a su marido con paradero desconocido y por tiempo indefinido, aduciendo que «le venían unos ahogos» que la hacían partir no más. Lo cierto es que la realidad está llena de casos no tan extremos, pero no por ello menos dolorosos.
Qué horror cuando todo parte con un «tenemos que hablar». A mí me han tiritado hasta las rodillas en esos expectantes minutos, seguidos de «estuve pensando que tal vez sea mejor separarnos por un tiempo, necesito pensar». Es como si estuviesen jugando «1, 2, 3 momia es» con nuestro corazoncito.
Esto de quedarse congelado en el espacio es un limbo difícil de sobrellevar que, sépanlo, debería tener sus reglas.
Veamos algunos casos de ambas partes, y la opinión de una terapeuta al respecto, que nos sirva para dilucidar si existe alguna especie de «etiqueta de los breaks».
Sin ti me falta el aire. Y contigo… ¡también!
«Llevaba 3 años con mi polola, y sentía que me presionaba para que le pidiera matrimonio o que al menos nos fuéramos a vivir juntos. Yo estaba trabajando hace poco y en mi cabeza tenía la idea de irme de la casa de mis papás, vivir solo un rato y de ahí ver. No quería terminar con ella porque de verdad la amaba…, pero me tenía harto con tanta presión, y como que ese mismo comportamiento me sembró en la cabeza la necesidad de pedirle un tiempo. Le pedí 3 meses. Lloramos mucho, sufrimos. Pero el tiempo pasó y menos mal que lo hice, porque ahí me di cuenta que si bien la quería mucho, era principalmente acostumbramiento. Terminé finalmente con ella, y no me arrepiento para nada. Creo que hoy estamos mejor así», Fernando Palacios, 31 años.
Any Hutter, sicóloga clínica y terapeuta familiar de la Universidad Católica, con más de 30 años de experiencia, es categórica al referirse al momento en que se decide esta separación. «Antes de tomar una decisión como ésta, ojalá que la persona entienda que se corre el riesgo de que el break sea eterno. Hay que estar segura(o) que la relación no te está haciendo bien hoy, que hay falta de alegría, mucha rutina, sensación de ahogo y de no extrañar la presencia del otro», sentencia.
Ok. Efectuado ese diagnóstico, la especialista se refiere a las intenciones que motivan esta acción: «Hay gente a la que le cuesta cortar con el otro y usa este artilugio como un previo para justificar el deseo de irse de un modo más gradual, creyendo que podría resultar menos doloroso».
Podríamos decir que es una muerte lenta.
«Yo vivía una doble relación. Digo doble porque sabía que no íbamos para ningún lado, y él creía que sí. Él estaba más enamorado de mí que yo de él, entonces era bien evidente que se esforzaba mucho y yo sólo reaccionaba a todos sus buenos gestos. Era de esos tipos que se preocupaba de cada detalle: que mi comida favorita, que la flor, que los masajes…, como un geisho (¿existe eso?). Entonces me partía el alma pensar en todo lo que sufriría cuando terminara con él. Y ahí fue que usé esto de pedir un tiempo, echándome toda la culpa (‘no eres tú, soy yo’), para ver si así aplacaba un poco su tristeza. Pero entendió al tiro la verdad y fue él quien me terminó», Carolina Suazo, 28 años.
Pillín, pillina
Any Hutter explica que también «muchas veces se puede esconder un caso de infidelidad o necesidad de probar, de tantear otro tipo de relaciones, para luego poder comparar y así ver si lo que une es afecto o costumbre. Socialmente este comportamiento está más aceptado para los hombres que para las mujeres, si bien tiendo a pensar que ha disminuido esta diferencia, porque hoy ellas no están tan dispuestas a aceptar esos deseos de investigación in situ por parte del hombre. O también ellas se sienten con más libertad de hacerlo».
«A mí las veces que me ha tocado pedir tiempo, originalmente ha sido porque tengo dudas de si será la persona adecuada para mí. Cuando todavía no estoy seguro, cuando tengo motivos para terminar, pero no son suficientemente contundentes para dejar hasta ahí la relación. Creo que la idea es ver qué tanto se extraña: de alguna manera es como una prueba a uno mismo en la posibilidad de estar solo y ver qué haces con esa libertad. He tenido éxitos y fracasos, estos últimos al final se convirtieron en el primer paso para terminar la relación. También depende de la edad. Por ejemplo, si todos tus amigos están carreteando y tu relación se empieza a deteriorar, la alternativa de volver con tus amigos se hace atractiva. No necesariamente para un hombre un break significa meterse con otra mujer, y un touch & go no es un elemento que te haga evaluar si regresar o no a los brazos de tu novia en stand by», Miguel Escanilla, 37 años.
Si te pidieron un tiempo o pediste uno, y entre medio apareció una tentación, lo más honesto sería terminar la relación «madre», porque ya hay un tercero de frentón que en efecto hizo que la balanza se inclinara hacia el fin.
«Lo que no se debe hacer –continúa Hutter– es embalarse en otra relación, pues además de dañar a quien fue tu pareja por X tiempo, existen grandes posibilidades de generarse mucha confusión y sentimientos de culpa a uno mismo» aclara.
Y nada de andar empleando la frase esa «un caballero no tiene memoria» si el susodicho se metió con otra en estos minutos de congelamiento sentimental. La regla corre para los dos lados porque «no hagas lo que no te gustaría te hicieran».
Al finalizar el break, es importante sincerar si hubo involucramiento colateral, porque después de esto lo que se define es la continuidad o no de la relación, con un dato no menor que es la confianza hecha pedacitos.
1,2,3 momia…, ¿pero por cuánto tiempo?
Se supone que un break es tomar distancia para reflexionar sobre la relación.
Es un momento en que se debe evaluar qué pesa más en la pareja: si las cosas buenas o las malas.
Y hay que tener un cuidado extremo en esto de poner en la balanza, porque a veces, con el dolor de la separación temporal, una tiende a nublarse, a idealizar y/o satinizar, y a olvidarse de las partes perfectas o terribles que te hicieron pedir esta instancia.
«Se debe ser objetivo, porque a veces se empieza a extrañar igual. Pero aquí hay que tener ojo, porque lo que se echa de menos es la compañía y no el afecto, y por costumbre uno cae en esto» complementa Hutter.
La terapeuta especifica que el break se define como temporal, solo un período, y el tiempo lo debe definir la pareja en conjunto. Recomienda no más de 3 meses, porque ya después pasa a ser ruptura de frentón.
Un break bien llevado paso a paso
Muy bien. Si ya decidiste que tu relación necesita aire, y tienes clarísimas las razones que te hacen requerir –a veces con calidad de urgencia– estar lejos (como aburrimiento, rutina o inseguridades), el siguiente paso es comunicar lo que tienes en mente.
Y aquí hay que hacerlo con muuuchaa delicadeza, porque es como tirar de un mantel con toda la loza encima, rogando porque no se quiebre ninguna pieza.
Cómo y dónde se lo digo. Está más que claro que este tipo de speach no se lanzan ni en el Transantiago, ni en el auto, ni en medio de una reunión familiar, ni en la calle. Se debe seleccionar un lugar privado en el que se pueda dar rienda suelta a las emociones que provoquen la noticia. Hay quienes prefieren un restaurante piola, no muy concurrido, y otros en la casa de su pareja, porque encuentran que este es el mejor un lugar, pues por una parte el «despedido» se siente un poco más resguardado, protegido, y, por otra, la que está comunicando el tema puede irse en el momento que decida.
Pienso, luego existo. Ahora es el momento de la reflexión. Y este proceso es el que requiere más cabeza que corazón, porque además de evaluar los pro y los contra de continuar en la relación, se debe seguir una línea sobre cómo se va a vivir esta experiencia. Como una le debe respeto, y desde luego cariño o amor a quien está dejando en el aire por unos momentos, no sería bueno que el otro supiera que andas de fiesta en fiesta, porque se espera introspección y, guardando las proporciones, hasta una especie de duelo.
Del despedido sí se puede esperar una reacción así. Es muy masculino esto de ser un ente sufriente que para consolarse requiere alta dosis de ruido en su cabecita para acallar los malos pensamientos de rencor por haber sido dejado o para rellenar la soledad que habita en él…
En general este debe ser un período de harta casa, harta visita de amigos-terapeutas, de cafecitos con pasteles; en resumen, de actividades discretas que denoten que la procesión va por dentro, para ambos. Este tiempo pensando y sintiendo desde lejos, es el que abre la puerta a las posibles soluciones que se pueden tener a los motivos que dieron origen al break.
¿Está permitido llamarse entre medio? Sí, es bueno hacerlo, porque es un descanso del otro, no una ruptura. No hay que hacerlo todos los días, pero sí de vez en cuando con el fin de chequear en que se está en este break, y de transmitirle al otro que «estamos trabajando para usted». También es un gesto esperanzador si ya se empieza a tener claridad que una vuelta es posible. Y reconozcamos que se usa para marcar territorio y recordarle al otro que, si bien no estará en estos instantes conmigo, todavía me pertenece en cierta medida.
Respira. Aprovecha este tiempo para darte un espacio para ti. A veces las relaciones resultan muy absorbentes y una se va olvidando de compartir con el resto de nuestras relaciones significativas. Y, si regresas a los brazos del «congelado», te dará una nueva perspectiva de quién es quién en tu vida. Si vuelves a tu relación con esta nueva mirada, es probable que seas una persona más completa ante el otro, pues has sabido dar el espacio que se requiere a ti misma y a tus otros cariños o intereses.
Si sola no te aclaras. La especialista Any Hutter sugiere que no sólo los matrimonios tienen que ir a terapia, a veces las parejas también. Sobre todo cuando hay dificultades que plantean necesidad de atención urgente antes de un quiebre. Y también hay que considerar la terapia individual, porque puede haber temas muy personales e íntimos que pueden estar causando ese distanciamiento. Hay gente que se escuda en los breaks para ocultar una falta de compromiso, por ejemplo.
La verdad nos hará libres. Se acabó el tiempo, llegó el momento de la decisión final. Si siempre odiaste que fumara, y ahora hasta cuando alguien pasa con un cigarrillo encendido por tu lado lo extrañas; si te pasó algo importante y lindo en otra área de tu vida, y perdió brillo porque no lo compartiste con él, o simplemente te diste cuenta que nada es lo mismo si no está, es altamente probable que te mueras por volver. Y, en el mejor de los casos, él también hizo su pega reflexiva, y al juntar las dos conclusiones de esta «era del hielo» puedan negociar y llevar la relación a niveles de mayor complicidad y ser más felices que antes y gozar, ojalá, de una mejor comunicación.
Por otra parte, si fuiste más feliz que una perdiz este tiempo sola, si recuperaste hasta a tus amigos de prekinder por Facebook, y decidiste con mucha seguridad que tu prioridad en la vida es ser voluntaria para salvar a los monos salvajes en África y ya compraste el pasaje, claramente tu novio en el freezer pasó en tu corazón hace rato a la categoría de «ex». Va a ser rudo, como todo término, comunicárselo, pero se debe hacer lo antes posible, en cuanto tengas tomada la decisión, pues él se merece salir del congelador y volver a armarse para reencontrarse con la tibieza del mundo exterior, y de otra mujer.
«Si lo amas, déjalo libre. Si regresa a ti, es tuyo. Si no, es porque nunca lo fue», podríamos concluir… Cebolleramente hablando, claro.
¿Sirven estos breaks?
Para muchos sí, porque son una distancia y un aire muy necesarios. Incluso eso de extrañar al otro en su ausencia como que revive la llama de la pasión. Es una separación con seguro, porque nos hemos separado, sí, pero para ver si queremos seguir juntos, entonces es un tiempo que se vive sin tanta incertidumbre sobre perder al otro, reconociendo desde luego que es una opción muy real también.
Para otros, no. Si hay razones suficientes como para pensar siquiera en separarse, es que todo está mal y para qué alargar la agonía. Mejor cortar por lo sano, decir adiós, y si te vuelvo a encontrar en el futuro, pues allá veremos qué pasa.
Finalmente, preguntamos a Any Hutter si considera útiles estas acciones: «No. Yo diría que todo lo contrario. Es que si dentro de la relación no se la valora en sí, y al otro, es muy difícil que se haga a la distancia. Es un vínculo medio esquizofrénico porque es como que estamos pero no estamos».
Fuente: http://revistamujeres.cl