Los profesores y maestros del mundo entero los encuentran irritantes y pesados, hasta el punto de que prefieren no verlos demasiado por las clases. Los conocen como «padres helicópteros» porque rondan permanentemente los espacios donde anda su hijo, con especial atención a la escuela, preocupados por sus amistades o aprovechamiento académico.
El «padre helicóptero» está obsesivamente pendiente de lo que afecta a la educación, se pasea como por casualidad por la escuela, mira al interior del patio y es capaz de acercarse a un profesor para señalarle que los niños, en aquel rincón, están tomando demasiado sol en la cabeza, o cualquier otra cosa. A decir de los profesores, este tipo de padres creen estar haciendo bien, comprometidos con la educación, etc. pero que en realidad hacen bastante daño. Por supuesto, el padre o madre que se comporta así jamás admitirá que es un «helicóptero», supervisando todos los días los aspectos más detallados de la vida escolar de su hijo o hija. Se defenderán, y reclamarán que lo que les motiva es en interés y beneficio de sus hijos, y que no exageran nada.
Imaginemos la siguiente situación, muy parecida a otras que he visto. Un padre aparece un día por la clase, al comienzo del curso, y comienza a dar opiniones al profesor sobre aspectos relacionados con su hija: dónde debe sentarse; con quién debe interactuar y con quién no; qué tipo de actividades debe promover el profesor para ella… Por supuesto, el profesor no le hace ningún caso y el curso empieza mal.
Uno de los principales inconvenientes de este «tutelaje» es que los niños tardan más en adquirir autonomía, porque siempre está mamá o papá para arreglarles los problemas.
Dicen los expertos en desarrollo y educación infantil que padres y madres deben preocuparse por la marcha escolar, por supuesto, y tienen la obligación de tener buena relación con los profesores de sus hijos: poder comentar aspectos de su desarrollo, poder hablar con honestidad los problemas, etc. Sin embargo, con demasiada frecuencia, vemos que al padre del tipo «helicóptero» no se le pueden dar críticas de sus hijos, ni siquiera de manera razonada, porque no ven ningún problema en él o ella: toda la culpa y responsabilidad es de otros factores.
Lo cierto es que están muchas horas en el colegio, se relacionan con muchas personas distintas, los niños y sus familias pueden ser de orígenes diversos, así como los profesores. Personalmente no husmeo demasiado, aunque he aprendido a escuchar y preguntar a mi hija todo lo posible para que me cuente su vida en la escuela. Y tú, ¿cuántas veces a lo largo de la semana te pasas a mirar el patio del colegio? ¿Has pedido ya entrevistas privadas con su tutor? ¿Cuánto sabes de sus amigos de clase?
Fuente: http://ar.mujer.yahoo.com