Es cada vez más común que lleguen hasta nosotros artículos, noticias documentales, sobre los diferentes tipos de parejas, y/o familias que se forman. Los humanaos somos animales grupales, y nos gusta el concepto pareja. Ahora bien, dentro de este concepto existen variedades de cómo interpretarlo y gestionarlo. Las hay muy sanas y las hay condenadas al fracaso desde el principio.
En los últimos años se han hecho más patentes las alternativas a las relaciones de pareja cerradas. Es decir, se puede hablar de parejas abiertas como aquellas que conciben el sexo como algo no exclusivo entre los dos, sino como algo que se puede compartir con personas de fuera de la relación.
Existe la corriente de apertura de estas relaciones que critican las parejas tradicionales basados en conceptos como la posesividad, el control, la exclusividad, como conceptos perjudiciales para los dos.
Todos los extremos son negativos, pero la exclusividad, el compromiso, el concepto de alianza o de compenetración con la pareja, no tienen que estar reñidos con una salud emocional.
No porque estén presentes estos conceptos la relación será patológica. Bien al contrario, muchas veces encontramos en la estabilidad ese bienestar emocional, y en la promiscuidad el malestar. ¿El control excesivo es un concepto negativo? Sí, claro. Peor una relación de pareja no se tiene que basar en el control sino en la confianza. Peor una confianza basada en los principios de la pareja.
Casos reales
Los clientes que aparecen por la consulta del sexólogo y que practican algún tipo de relación abierta, suelen hablar de temas como las inseguridades, los celos, los temores a que al otro le guste más la otra persona, o con el discurso de que el otro lo probó y ahora ya no está interesado en hacerlo los dos solos, sino que necesita de todos esos inputs que ha encontrado en estas dinámicas. Intentar convencer de que la confianza, la seguridad en uno mismo y en el otro, los celos, no van a acabar socavando la estabilidad de la relación o de la propia autoestima, es muy iluso.
Otro concepto esgrimido por las corrientes más liberales es el de desvincular amor de deseo. Y es cierto, son dos conceptos que van por separado, y que pueden no coincidir. Pero ello no significa que se tenga que desvincular y practicar el «te quiero» con una persona y desarrollar el deseo con aquellos que se presenten en el deseo.
No se trata de tener un discurso moralista, de lo que está bien y mal. Ni mucho menos. Como terapeuta de pareja, escribo sobre lo más conveniente para mantener ese bienestar, dentro y/o fuera de la pareja.
Tipos de parejas
En este tipo de relaciones encontramos dos perfiles. Uno es el de parejas swingers y otro el de las abiertas. Tienen similitudes pero no son lo mismo. En el primer caso funcionan con el hecho de hacer participes a otras personas o parejas de su sexualidad. Viven sus relaciones de pareja como de compartir vivencias y lo sexual como condimento de sus vidas. Y en el segundo caso, se permiten que se puedan tener relaciones sexuales, exclusivamente, es decir, que «no se pueden enamorar» de nadie más. Relatan que esto les sirve para sentirse más atractivos y vivos que si están inmersos en al rutina de la pareja.
Para gustos colores. Y cada pareja, y cada persona, vive su relación como puede o quiere. Que haya gente a la que este tipo de relación le funcione durante tiempo no quiere decir que sea algo que funcione habitualmente. O que funciona de cara a fuera, pero que no siempre las dos partes están satisfechas con el resultado.
Fuente: http://mujer.terra.es