A principios de los años 90 la comunidad científica se vio sorprendida por el descubrimiento
Excavaciones en Atapuerca – Imagen Javier Pelaez
de unos interesantes fósiles en los yacimientos de Atapuerca, en Burgos. Aquellos primeros huesos encontrados en el nivel TD6 de las excavaciones de la Gran Dolina pertenecían a una nueva especie de homínido que venía a ampliar la filogenia humana conocida hasta el momento.
Mandíbula prominente, cuerpo fornido y un aspecto físico razonablemente similar al ser humano actual eran algunas de las características de esta nueva especie a la que se denominó Homo antecessor y que vivió en las colinas de Atapuerca hace aproximadamente unos 800.000 años.
El hallazgo fue portada de todas las revistas científicas y entre los científicos responsables de aquel descubrimiento en la Gran Dolina se encontraban nombres como Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell, Bermudez de Castro…
A estos fósiles le siguieron más y más descubrimientos que convirtieron Atapuerca en uno
Uno de los craneos encontrados en la gran Dolina – Imagen IPHES
de los yacimientos más importantes del planeta. Entre sus sedimentos se han extraído fósiles de hasta un millón de años de antigüedad completando el conjunto más importante de restos humanos de Europa.
La gran cantidad y calidad de restos encontrados han permitido conocer algunas de las características de aquellos primeros europeos, sus tradiciones y la sociedad en la que se estructuraban.
Una de los comportamientos que más han impactado a los medios de comunicación era el canibalismo que estos homínidos practicaban. Este dato es conocido desde hace ya algunos años y se extrae de numerosos fósiles humanos encontrados en los que, las marcas producidas por los golpes y cortes con sílex de los huesos, indican que fueron cortados del mismo modo que se hacía con otros animales de los que se alimentaban. Los paleontólogos encontraron que las marcas de cortes y fracturas en restos humanos eran idénticas que las encontradas en otras piezas de caza.
Pero aún más ha sorprendido el artículo que hace unos días se ha publicado en el Journal of Human Evolution y en el que confirma que el homo antecessor también practicaba el canibalismo con especímenes jóvenes e incluso niños de los grupos rivales.
Para analizar las nuevas noticias nos ponemos en contacto con José Cervera, uno de los investigadores presentes en el histórico descubrimiento de Atapuerca y responsable de la sección Retiario de Televisión Española.
Lo primero que el profesor Cervera nos recuerda es que debemos dejar a un lado las consideraciones morales y religiosas modernas que tenemos en nuestros días. El homo antecessor no tenía estas ataduras éticas y en el Pleistoceno su mayor afán era la supervivencia, tanto de su especie como la de su grupo social.
Por ello eran frecuentes los encontronazos entre tribus y grupos, tanto para defender tu territorio como para ampliarlo. En estos enfrentamientos, los miembros más jóvenes e indefensos del grupo adversario eran presa común y víctimas propicias en los asaltos.
La diferenciación del tratamiento de los huesos queda también clara en los diferentes yacimientos de Atapuerca. En la conocida Sima de los Huesos se ha encontrado la mayor colección de restos humanos de la Historia y el primer indicio de enterramiento y preparación para la muerte encontrado hasta el momento.
Más allá, en los restos encontrados en la Gran Dolina, encontramos algo distinto: los huesos de homínidos fueron tratados de manera diferente y presentan las mismas agresiones, cortes y fracturas que las que se realizaban en otras piezas de caza, lo que indica que el homo antecessor era cuidadoso y protector con los miembros de su propio grupo, pero no tenía problemas en atacar, cazar y comerse a los integrantes de tribus enemigas, niños y jóvenes incluidos.
Evidentemente, la paleontología se enfrenta a la difícil tarea de extraer comportamientos y
Sima del Elefante en Atapuerca – Imagen Javier Pelaez
tradiciones sociales de los restos fósiles encontrados en los yacimientos. No obstante, los antropólogos, en su labor de comprender las primeras sociedades de homínidos, cuentan con una ayuda extra analizando las conductas de otros primates.
Durante más de 40 años, la célebre naturalista británica Jane Goodall se ha dedicado en cuerpo y alma al estudio de los primates en África. En todo este tiempo, Goodall ha descubierto conductas y prácticas fascinantes que han ampliado el conocimiento no sólo de nuestros primos los monos sino también de nosotros mismos.
Sin embargo en 1994, la primatóloga asistió a un hecho que la dejó profundamente impactada. Uno de los chimpancés objeto de estudio y al que llamaban «Pasión» atacó y cazó a otro chimpancé recién nacido y, al igual que si fuera cualquier otra pieza de caza, se lo comió y alimentó a su familia con él.
Desde entonces, estos ataques de chimpancés a especímenes jóvenes de grupos ajenos, acompañados de comportamientos caníbales, se han observado en multitud de ocasiones y no son obstáculo para que sean protectores, cuidadosos y muy cariñosos con los miembros de su propio grupo.
En el estudio sobre el canibalismo en Atapuerca publicado en estos días, la conducta de los chimpancés ha ayudado a comprender mejor los restos encontrados. La investigadora principal del artículo, Palmira Saladié, explica que estas conductas caníbales en primates les ha servido como analogía para proponer que los homínidos del TD6 en la Gran dolina, también atacaban a miembros de otros grupos para defender el acceso a los recursos dentro de sus propios territorios o para ampliar estos espacios en detrimento de los grupos vecinos.
Fuente: http://ar.noticias.yahoo.com