Creemos saber todo sobre los rayos, ese fantástico y energético espectáculo que asusta y fascina a partes iguales. Comenzamos a estudiarlos de forma seria hace 250 años, cuando Benjamin Franklinrealizó (y salió ileso) del famoso experimento de la cometa.
Sabemos que las nubes se cargan, y que llegado un momento su electricidad es capaz de vencer la resistencia del aire y trazar caminos hacia abajo. Sabemos también que este es un mecanismo que recarga las baterías globales, manteniendo la tierra cargada de forma negativa y la ionosfera con carga positiva.
Y sin embargo seguimos desconociendo múltiples aspectos cruciales de este fenómeno. Los científicos atmosféricos poseen una idea básica sobre el proceso. Las partículas más ligeras de la nube se cargan positivamente y se mueven a la parte alta de la nube, mientras que las partículas de hielo y agua más pesadas se van a la parte baja de la nube y se cargan negativamente.
En algún momento, como el primero de una horda de elefantes vadeando un río, las cargas negativas abandonan la parte baja de la nube creando un camino conductor invisible llamado «líder de paso«, el cual termina por unirse a un rayo de cargas positivas que emerge desde el suelo cerrando un circuito que descarga la nube de forma repentina, liberando una cantidad enorme de energía.
Sin embargo hay grandes preguntas que desconciertan aún a los científicos. La primera, tal y como comenta el físico Joe Dwyer del FIT en Florida es ¿cómo se carga una nube de tormenta? Sabemos que hace falta una mezcla de agua y hielo para crear átomos capaces de adquirir carga, y también corrientes de aire que se eleven para mover las partículas cargadas. El resto, en cambio, es un poco confuso…
Pese a teorías exóticas que involucran a rayos cósmicos espaciales incidiendo en la nube, el consenso general es que la separación de las cargas se debe principalmente a un proceso llamado «mecanismo de carga no inductiva«. Sin embargo, cómo ascienden las partículas cargadas positivamente a lo alto de la nube es algo que hace que los científicos se rasquen la cabeza confundidos.
Otra de las grandes dudas pendientes de resolución tiene que ver con el problema del inicio del relámpago. Las mediciones de los campos eléctricos presentes en el interior de una nube de tormenta arrojan valores puntas sensiblemente más débiles de lo necesarios para romper las propiedades aislantes del aire.
Cuando los hombres provocamos chispas, necesitamos campos eléctricos mucho mayores, o diferencias de voltaje entre un electrodo y el otro para crear corrientes que atraviesen el vacío entre ambos.
¿Entonces cómo se consigue una chispa en el interior de una nube de tormenta? El campo eléctrico que medimos no parece suficientemente potente para generarlas.
Y la tercera gran duda. Una vez que conseguimos la chispa, en algún punto de la parte baja de la nube. ¿Cómo hace el relámpago para propagarse decenas de kilómetros por el interior de la nube? ¿Cómo consigues que el aire pase de ser aislante a conductor?
Estas preguntas merecen respuesta, y la mejora en los equipos de medición con la que cuentan los expertos en meteorología podría darnos un día la explicación que buscamos. Poco a poco se logran progresos, pero hasta que llegue ese momento tendremos que encomendarnos a Thor, el dios del trueno.
Fuente: Yahoo! España