El plan de trabajo del flamante presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, redactado por Axel Kicillof y sus más estrechos colaboradores, podría resumirse en apenas dos puntos: vigilar al dólar y apretar a los bancos. Vigilar al dólar para que no se desmadre el precio en el mercado paralelo, para limpiar y tal vez acotar los mercados alternativos (dólar bolsa y dólar contado con liqui) y para achicar las brechas con el precio del dólar oficial. Apretar a los bancos para limitarles las ganancias ( “porque durante años se la llevaron en carretilla”, como dice Kicillof) y, merced a la fijación de tasas de interés –mínimas para los plazo fijo, máximas para los créditos– lograr el esquivo milagro de la reactivación económica. Ya sea mediante la expansión del crédito para la producción y el consumo, o con el crecimiento de los depósitos en pesos, en este caso para que le saquen presión al dólar, en cualquiera de sus formas. Y, además, para demorar lo más posible una devaluación brusca del tipo de cambio. Kicillof, está claro, no quiere repetir la experiencia de enero: se quedó con todos los costos de una devaluación y ninguno de sus beneficios. ¿Alcanzará esos objetivos el equipo económico? Solo confían en ello los economistas que están muy alineados con el pensamiento oficial, que celebran “la intervención de un Estado presente”. Dos posturas en esta línea. Agustín Dattelis, de La Gran Makro dijo: “Hay que trabajar con señales y con cuestiones normativas un poco más fuertes mientras se avanza para lograr una calma de expectativas, para ver cómo se va a ir angostando la brecha entre estas divisas y el oficial”. Mariano Kestelboim, coordinador del Departamento de Política Económica de la Sociedad Internacional para el Desarrollo y vinculado a los empresarios del sector textil agrupados en Protejer, celebró en su cuenta de tuiter que se hayan tomado medidas “en serio” para estimular el ahorro en pesos. Y subrayó “Las medidas de Vanoli, además, regulan la ganancia de los bancos. Antes eran disparatadas. Ahora tendrán coherencia.” Bastante más crítico y escéptico fue, por cierto, Alejandro Henke, ex director del BCRA, quien consideró que posiblemente las flamantes medidas monetarias produzcan efectos inversos a los que se buscan. Explicó que si el Central les fija a los bancos un precio mínimo por tomar la plata y un precio máximo por prestarla, lo más probable es que pierdan entusiasmo tanto en tomar depósitos como en dar créditos: Lo explicó así: La tasa de plazo fijo debe ser igual al 87% de lo que el BCRA paga por las Lebac, pero los encajes por plazo fijo son del 13%. Es decir que si un banco compra Lebac no gana nada. “No habrá incentivos a suscribir Lebac, entonces no habrá interés en tomar depósitos. Por lo que todos esos pesos irán a la calle, es decir a precios o al dólar”. El Gobierno busca, además, que merced a una suba de las tasas que se le pagarán a los ahorristas se le quite presión al blue. Henke se mostró escéptico. Lo mismo que los controles crecientes que se insinúan respecto al contado con liqui y el dólar bolsa. “Hace tiempo que la orientación de los nombramientos y nombrados va en la dirección de más controles, pero se sabe que las consecuencias son opuestas a las que persiguen. Son mercados que funcionan como válvula de escape, no se puede tapar el sol con las manos”. En Empiria Consultores resaltaron la inviabilidad de pretender regular precio y cantidad, en este caso de pesos. “Como la demanda de crédito esta tan débil, una suba de tasas de los depósitos desalentará el negocio. Nadie querrá prestar para perder plata. Si hasta los créditos dirigidos están frenados por la caída de la demanda”. Sobre los controles al dólar, advirtieron que “si quieren controlar el contado con liqui y tienen éxito es indudable que va a subir precio del blue”. El Central también parece dispuesto a redoblar la vigilancia sobre las entidades financieras. La llegada de Germán Feldman (el primer director que Kicillof puso en el BCR
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