Eran sus primeras vacaciones en el extranjero, por lo que estaba convencida de que serían inolvidables. Y así ocurrió, pero no precisamente por lo bien que lo pasó, sino que porque regresó a su casa sintiéndose un verdadero monstruo.
En septiembre de 2010, Jade Torry cruzó el océano Atlántico junto a su novio Luke Sheppard y Cameron, el hijo de ambos, para divertirse en Disney World de Florida, Estados Unidos. En ese entonces, la joven británica tenía 20 años y pesaba 100 kilos, los que en gran parte se debían a las 3.000 calorías diarias que acostumbraba a ingerir.
Sin embargo, para ella su físico no era un mayor problema y sólo quería disfrutar al máximo de todas las entretenciones, por lo que junto a su novio se puso en la fila para subirse a la montaña rusa. Todo iba bien hasta que unos empleados del parque de diversiones se acercaron a ella para decirle que quizás era demasiado gorda para hacer uso del juego.
«Mientras hacía fila para subirme a la montaña rusa, me pidieron que me hiciera a un lado. Dijeron que quizás era demasiado grande, por lo que necesitaban medirme», relató la joven al «Daily Mail», el periódico que rescató su historia.
Jade tuvo que aguantar el «análisis» de los empleados de Disney, hasta que finalmente la dejaron subir al juego. Eso sí, tuvo que ser ubicada en un asiento especial para personas gordas. «Todo esto pasó frente a la mirada de las demás personas. Estaba muy avergonzada», confesó.
La joven británica agregó que el episodio la dejó tan humillada, que lloró durante todo el tiempo que duró el viaje en la montaña rusa. «Simulaba que lo hacía porque sentía miedo», contó.
Convencida de que lo peor ya había pasado, Jade y Luke se dirigieron hacia un tobogán de agua. Se subieron a los flotadores y de pronto la joven quedó atascada muy cerca de un mirador donde varias personas estaban observando. «Estuve atorada por alrededor de cuatro minutos, sintiéndome mortificada», dijo.
Y aunque ambos episodios realmente le arruinaron sus vacaciones, la joven sacó una lección de ellas. «Fue una llamada para despertarme. Pensé ’si soy considerada una gorda en América, realmente debo estarlo’», señaló. Por esta razón, al regresar a su país tomó las primeras decisiones que cambiarían su vida: se unió a una organización para perder peso y modificó su dieta.
De 3.000 a 1.500 calorías
Antes de viajar a Disney World, Jade solía comer tres cenas: una en su casa, otra en la de Luke, para terminar comprando pollo con papas fritas.
«Me sentía cómoda comiendo y sólo ansiaba comer todo el tiempo. Me llenaba de chocolate, cosas de bajo valor alimenticio y helados», relató. Asimismo, no le gustaba hacer ejercicio y al caminar se quedaba sin aliento.
La joven se dio cuenta de esta realidad y trabajó en un plan de alimentación en el que sustituyó el chocolate y las porciones extra grandes, por otras más pequeñas, frutas y snacks bajos en calorías. En otras palabras, disminuyó su ingesta diaria de calorías de 3.000 a 1.500.
Jade quiso compartir sus avances con sus amigos de Facebook. Así, en enero de 2011 publicó una fotografía en la que aparece con 11 kilos menos y otra dos meses después en la que muestra que ya había bajado 17 kilos. «Todo lo que puedo decir es que la única manera de tener éxito es creer y ser honesta contigo misma», comenta en ellas.
La joven británica perdió un total de 44 kilos, quedando cambiada. “Algunos de los amigos de Luke que no me veían desde hace un año, casi no me reconocen», afirmó. Asimismo, afirma que ahora está llena de energía y puede encargarse con mucho más ánimo de las labores de la casa.
Jade también aprovechó de saldar una deuda pendiente que tenía con Disney World, por lo que un año después junto a su novio visitó Disney Land París. «Fue lindo regresar con mi cabeza en alto y disfrutar de todos los juegos que quisiera», aseguró.