Sábado 15 de junio a la madrugada. Las idas y vueltas del portero y sus contradicciones hicieron dudar a la fiscal Paula Asaro, que puso fin a la declaratoria ya que Mangeri podía autoinculparse. Le dijo que todo lo que tuviera que decir lo hiciera con un abogado presente. Lo revisaron los peritos médicos y lo llevaron hasta una habitación. Quedó solo.
Minutos después pidió una entrevista con la fiscal y el actuario. Según el acta judicial divulgada por C5N, indicó: “Soy el responsable de lo de Ravignani 2360. Fui yo. Mi señora no tuvo nada que ver en el hecho. Ella el lunes no estuvo en el edificio”.
¿Solo o acompañado?
En una de sus primeras preguntas, la fiscal le pidió a Mangeri que relatara qué hizo el lunes en que Ángeles fue asesinada. Contó que baldeó la vereda temprano y que estuvo limpiando el hall hasta “más o menos las diez de la mañana.” Luego aseguró que subió a “tomar unos mates” con su esposa.
Sin embargo, más adelante en la misma declaración, afirmó que su mujer, Diana Saetone, estaba en la casa de sus suegros porque habían pintado su casa y ella tenía problemas de salud.
Incluso en otro pasaje aseguró: “Aquel lunes a las 10 de la mañana, como estaba solo, fui a tomar un mate cocido a su casa”.
Las amenazas
Según relata el propio Mangeri, fue amenazado en dos ocasiones. En una parte de su declaración ante la fiscal, dijo que la primera ocurrió el miércoles. Más adelante se rectificó y aseguró que fue el jueves.
Tampoco quedó claro qué sucedió. Dijo que lo amenazaron desde adentro de un Polo negro, es decir, sin bajarse del auto, con una pistola y “un cuchillo tipo Tramontina”. No cuaja.
También se refirió a la estatura del conductor. Aseguró que era un poco más bajo que él. Cuando la fiscal le preguntó cómo sabía, si no se bajó del auto, señaló que lo dedujo por la altura del volante. A Asaro no le cerró.
Sobre la segunda amenaza, contó que fue el viernes siguiente al homicidio. Dijo que lo metieron en un auto y lo torturaron. En un primer momento contó que le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza. Luego mencinó que se trataba de un gorro de lana.
Además, denunció que lo picanearon. Pero cuando le pidieron que exhiba las lesiones se desdijo y aclaró que lo quemaron.
Pérdidas
Mangeri aseguró que no denunció las amenazas porque tuvo miedo. Y que por eso ese viernes fue a visitar a un primo policía en Escobar. Cuando le pidieron el número telefónico de su pariente, dijo que lo perdió; que tampoco lo había llamado de su celular porque no tenía crédito.
Luego le preguntaron cómo viajó hasta Escobar. Dijo que en el colectivo número 15 y que pagó con la SUBE. ¿Y la tarjeta? También la perdió.
En ese punto la fiscal dejó asentado en el acta: “El testigo evidencia nerviosismo”.
¿Dónde durmió?
Según el encargado, la noche del lunes durmió en lo de sus suegros y al día siguiente en su casa. Y después se fue a lo de un amigo, también portero, en el centro porteño, “para no tener problemas con la prensa”.
Pero luego se rectificó. Dijo que el miércoles estuvo en su casa. De hecho, varios medios lo filmaron en la puerta del edificio, mientras se realizaban allanamientos en su departamento.
“No miento, pero tengo mala memoria, soy un desastre para eso”, afirmó.
La declaración le “hizo ruido” a la fiscal. Minutos antes le había preguntado por qué no fue al velatorio de Ángeles. “Estuve mal”, respondió. Luego aclaró que no sabía dónde había sido, y que su esposa llamó a la Cochería Paraná para averiguar. “Entonces, ¿sabía o no sabía en qué lugar la velaban?”, quiso saber la funcionaria judicial. “Me enteré porque lo vi en la televisión”, contestó. Su memoria, en ese caso, no falló.
Certificado
Mangeri comentó que el martes no le dieron certificado médico sobre su presunto estado febril, pero sí medicamentos. “Tengo todos los papeles”, había asegurado su esposa. Tampoco quedó claro.
Fuente: http://www.infobae.com/