Me olvide la agenda en casa y no puedo acordarme el teléfono del pediatra», «¿Dónde dejé las llaves de la oficina?», «¿Qué tenía que llevar de esta góndola?», «¿Quién era el protagonista de Los descendientes? «Lo tengo en la punta de la lengua…». Olvidos y más olvidos. Pueden ser pequeños o grandes; seguidos o esporádicos. En todo caso, lo importante es que podamos detectar por qué se producen y consultar al médico cuando empiezan a alterar el funcionamiento de nuestra vida cotidiana. Para despejar dudas, los especialistas tienen la palabra.
Existen olvidos que son normales y que surgen por cansancio, por distracción o por apuro; por ejemplo, dónde dejamos las llaves o una prenda. En cambio, hay otras situaciones a las que debemos prestarles atención. Si no recordamos qué comimos ayer, a qué reunión fuimos la semana pasada, qué película vimos hace unos días, si nos olvidamos por completo de que teníamos una cita, entonces, quizás, sea momento de consultar al médico.
«Los olvidos de eventos recientes están asociados con el deterioro cognitivo, y una de las características de estas situaciones es que no se trata de pequeños detalles, sino de eventos completos. No es grave olvidarse del nombre del actor de la película que vimos el fin de semana, pero sí haberse olvidado de haber ido al cine», dice Pablo Richly, jefe de la Clínica de Memoria Ineco.
Diego Castro, médico neurólogo de Cemic, explica que los trastornos de memoria pueden ser síntoma de falta de concentración debido al estrés. «También se producen por problemas anímicos, por afecciones como anemia o por alteraciones de tiroides. Pero, además, existe la posibilidad de que se deban a enfermedades neurológicas como el Alzheimer, el Parkinson o los accidentes cerebrovasculares».
«Es fundamental recurrir a un médico de confianza cuando los olvidos se transforman en algo cotidiano y empiezan a alterar la vida diaria. De esta manera, es posible realizar el diagnóstico temprano de enfermedades como el Alzheimer, que se caracteriza por la falta de memoria, sobre todo, en personas mayores de 50 años», sostiene Richly, de Ineco. Otras señales de alarma que pueden estar relacionadas con el Alzheimer son la pérdida de iniciativa y de capacidad para resolver situaciones complejas o la dificultad para orientarse.
El paso del tiempo también influye en la posibilidad de retener datos o de concentrarse. «Al igual que otros sistemas de nuestro organismo, la memoria puede disminuir con la edad, porque se deterioran algunas funciones cognitivas. Sin embargo, esto es parte del proceso de maduración y sólo se convierte en un problema cuando los olvidos implican una enfermedad neurodegenerativa», cuenta Riclhy, quien también dirige un posgrado en la Universidad Favaloro.
Alimentacion y actividad fisica
«Una alimentación equilibrada es la garantía de un estado general saludable y eso incluye a nuestro cerebro. Por eso, en la dieta diaria no deben faltar frutas frescas y secas, y verduras y legumbres, ya que aportan vitamina B12 y ácido fólico, protectores del sistema nervioso.
También se comprobó que la dieta mediterránea –basada en alimentos naturales como oliva, pescados, frutas y pasta– ayuda a prevenir el deterioro cognitivo.
Lo que sí hay que evitar son las grasas. Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, afirma que «existen evidencias de que las personas que padecen obesidad, diabetes, hipertensión o colesterol alto están más predispuestas a tener deterioro mental precoz».
En cuanto a las actividades, los médicos recomiendan las que son aeróbicas, como caminatas de 30 minutos por día, bicicleta o natación, y para que den buenos resultados es fundamental realizarlas de manera regular hasta que se conviertan en un hábito.
Un dato importante es que no es lo mismo memoria que concentración. El doctor Castro explica que «muchos pacientes consultan por fallas en la concentración, pero, en realidad, tienen problemas de memoria y viceversa. Para llegar a un diagnóstico preciso, se realiza una evaluación neuropsicológica, que mostrará si el paciente padece problemas de memoria, de atención o ambos. Más allá de la consulta al médico, debemos seguir nuestro propio ritmo, sin tantos apuros: «Es importante mantenernos en contacto con nuestros pares y realizar un pasatiempo», dice el doctor Castro. Como siempre que se trata de la salud, no hay que tener miedo, hay que estar atentos.
Para ejercitar la memoria
Hay ejercicios cotidianos que ayudan a mantener frescas la concentración y la memoria. Son simples, no requieren esfuerzo ni mucho tiempo y hasta pueden ser divertidos. Estas son algunas de las recomendaciones que brindan desde Ineco:
- Mirar una película y explicar la trama, con sumo detalle, a alguien que no la haya visto.
- Hacer cuentas mentalmente y luego compararlas con el resultado del ticket.
- Lavarse los dientes con la mano no dominante.
- Al atender el teléfono, tratar de reconocer al que llama antes de que se identifique. Al final del día, hacer una lista con las personas que llamaron, con quiénes hablamos o a quiénes vimos.
- En una reunión, intentar calcular cuánta gente hay a la derecha y cuánta a la izquierda.
- Durante una comida, identificar los ingredientes utilizados y concentrarse hasta en los sabores más sutiles.
- Leer un texto corto y tratar de repetirlo con el mayor detalle posible.
- Todos los días, dedicar unos minutos a hacer juegos de ingenio, como sopas de letras, sudokus, crucigramas.
- Mantener una actividad física rutinaria.
- Estimular la vida social con reuniones de amigos, familiares, entre otras.
- Tener un hobby, aprender idiomas o algún instrumento.
Fuente: http://www.revistasusana.com