Con el avance de las redes sociales, los adultos se preocupan cada vez más por la vida online de sus hijos y utilizan todo tipo de apps y programas para monitorear su actividad digital. Sin embargo, expertos señalan que el control constante puede llevar a un quiebre de confianza en la relación
Criar hijos en el siglo XXI es un desafío. Los padres ahora deben hacer un esfuerzo extra para estar al tanto de la vida de sus chicos adolescentes, ya que deben ponerse al corriente también de la vida que llevan en el mundo online.
Los últimos años vieron una explosión en el crecimiento de redes y sitios sociales, que los adolescentes adoptan rápidamente. Así, los perfiles en estas webs se multiplican: Facebook, Twitter, YouTube, Pinterest, Foursquare… la lista no tiene fin.
Del mismo modo, también se multiplican los riesgos a los cuales se exponen los adolescentes al estar en esas plataformas que, en cierta medida, hacen pública la vida privada.
Frente a esto, según señala un artículo de The New York Times, los padres adoptan distintas estrategias de monitoreo, más o menos estrictas, para poder controlar que sus hijos no estén expuestos a distintos peligros, especialmente de atacantes sexuales.
Las armas de los padres
La variedad de métodos utilizados para la seguridad online de los menores son varias. Van desde servicios online que alertan sobre cada post, chat o foto que aparezca en algún perfil del adolescente o niño en cuestión hasta herramientas, como uknowkids.com, que ofrece una especie de tablero de mandos que analiza perfiles de Facebook, tweets y mensajes de texto. Inclusive brinda traducciones de las siglas que usan los adolescentes para acortar sus frases.
Empresas como Trend Micro y Symantec ofrecen programas que detectan cuando los chicos quieren entrar a páginas prohibidas o cuando se crean un perfil en alguna página o red. Esta última informa que alrededor de 1 millón de personas se suscribieron a su servicio de monitoreo, Norton Online Family, en 2011.
Los mensajes de texto también son blancos de aplicaciones y programas de seguridad. textPlus, una aplicación para iPhone, permite copiar al padre en cada mensaje de texto de su hijo.
El desafío es mayor si se tiene en cuenta la variedad de dispositivos con que hoy se puede acceder a internet, es decir, la variedad de frentes a cubrir: ya no se trata únicamente de la computadora hogareña, sino también del celular, la tablet o el reader.
En este sentido, en los EEUU se estima que hay alrededor de 5 dispositivos con acceso a internet por hogar, lo que implica un esfuerzo considerable de los padres para monitorear a sus hijos.
Los adolescentes esquivan a mamá y papá
También hay otros acercamientos: por ejemplo, algunos padres siguen a sus hijos en redes sociales y de esa forma pueden estar al tanto de lo que está sucediendo. Algunos padres hacen acuerdos con sus hijos sobre la cuestión: les compran un smartphone o tablet con la condición de que tengan el permiso de monitorear su actividad.
Según cifras del centro de investigación Pew, alrededor de dos tercios de los padres chequean la vida digital de sus hijos y casi 40% los sigue en Facebook o Twitter. Sin embargo, de acuerdo a los expertos, esto puede ser perjudicial para la relación padres-hijos, ya que estos lo sienten como una invasión a su privacidad, lo que lleva a airadas discusiones entre las partes.
Por ese motivo, los menores desarrollan estrategias que les permitan eludir el control de sus padres: hablar en código con sus amigos, no estar online cuando saben que sus padres pueden ver su actividad, usar sinónimos, entre otros.
The New York Times cita como ejemplo el caso de una chica que posteó en su perfil de Facebook una canción titulada “Siempre mira el lado positivo” un día en que se sentía especialmente deprimida. Mientras que sus amigas entendieron que era algo irónico, su mamá, amiga en la red social, lo tomó literalmente y no reparó en el asunto.
De acuerdo a Lynn Schofield Clark, autora del libro The Parent App (La aplicación de padres), el monitoreo constante de la vida online de los hijos socava la influencia de los padres como tales, ya que interpretan que los mayores no confían en ellos.
Por su parte, la especialista no se suma al control de los hijos y dice que espera que su hija, de once años, siga confiando en ella como para contarle las cosas que le suceden.
Fuente: http://www.infobae.com