La timidez es un mal que aqueja a miles de personas, sin distinción de clase social, edad o sexo. Si ésta le ha traído problemas en el desarrollo de sus vínculos sociales, ¿no le parece que ya es momento de superara?
Se supone que la timidez se desarrolla durante la segunda y tercera infancia, entre los cinco y siete años. Pero allí no termina todo sino que, a menos que se revierta con algún tratamiento específico y mucha voluntad, comienza una especie de calvario para muchos que llegan con ese síntoma a la adultez.
Las actitudes más habituales de tímidas y tímidos son cierta tendencia al aislamiento, a no expresarse, a evitar las reuniones o eventos en donde pueden ser requeridos para hablar, bailar o jugar. Simplemente participar es lo que les provoca aversión. Es un temor continuo a no estar a la altura de las circunstancias, a realizar comentarios inadecuados con el consecuente rechazo o burla por parte del entorno. Desconfían de su capacidad y restan valor a sus aptitudes. Es una especie de fobia atenuada que debe ser tratada para destrabar las potencialidades que tiene cada individuo y que, en este caso, sólo por fantasías o miedos infundados, provocan el sufrimiento y entorpecen el desenvolvimiento y crecimiento social.
Aquí les sugerimos algunos ejercicios para superar la timidez, con la certeza que, como todo en la vida, el éxito requiere de perseverancia, esfuerzo y todo eso, ¡depende de usted!
Pedir ayuda a los amigos y a la familia: sea sincero con ellos, no oculte ni disimule su dificultad. Nadie mejor que sus seres queridos para alentarlo y apoyarlo en las salidas grupales y en las situaciones que para usted resultan traumáticas. Tampoco es necesario que su malestar sea vox populi o que todos sepan de su padecer pero elija con quién o quiénes sincerarse y recurra a su auxilio en los momentos de mayor tensión o duda. Seguro que no lo defraudarán y serán los aliados indiscutidos para su superación.
Hacer terapia: puede elegir las líneas de intervención que usted prefiera y se sienta más cómodo, psicoanalítica, conductista, psicodrama, gestáltica, etc. Elija un profesional de su confianza, tal vez alguien cercano se lo puede recomendar y ¡comience ya! Pero no espere resultados inmediatos, tómelo con paciencia y piense que lo que demoró mucho tiempo en tratarse no puede revertirse de un día para otro. Es un buen momento para pensar en usted y darse la oportunidad de disfrutar de esas situaciones que, hasta el momento, se evitan en lugar de disfrutarse.
Acudir al arte: descubra qué rama artística le puede gustar. Tal vez nunca se planteó qué podría estudiar por el temor a mostrarse, a expresarse y fundamentalmente, a la crítica. No importa que nunca lo haya hecho. Siempre hay cerca algún instituto para dar los primeros pasos en algún tipo de danza, teatro, escritura, tejido, dibujo, pintura, fotografía, dramaturgia, origami o cualquier otra disciplina que siempre soñó y a la que nunca se atrevió. No postergue más la decisión, usted se lo merece.
Usar amuletos: recurra a algún elemento que le brinde la confianza que usted no se tiene a sí mismo y que lo haga sentir seguro. Debe ser algo que le resulte entrañable, un regalo familiar, un recuerdo querido y la diversidad es inconmensurable: un anillo, un peluche, un pañuelo, una estampita, una foto, una cruz, un llavero, un botón. Elija su objeto de la suerte y llévelo en el bolsillo, en la cartera, en la guantera, en la mochila y hasta abrochado en su ropa. ¡Todo vale para tan noble fin!
Comer o beber: las comidas y las bebidas tienen un poder evocador y también son una pequeña excusa no sólo para interactuar sino también para darse confianza, generar un momento de placer y promover la seguridad y el bienestar personal. Algunos elegirán algún producto salado y otros dulces. No es eso lo más importante. Las golosinas, a modo de ejemplo, chicles, caramelos, pastillas, tienen la ventaja de ser fáciles de transportar y consumir. Para aquellos que prefieren las bebidas, sin duda que las de efecto más desinhibitorio son las que tienen alguna graduación alcohólica. Todo vale en su justa medida. Es bien conocido que muchos célebres hombres de la cultura, con grandes dificultades para afrontar las exhibiciones públicas, apelaron a esta herramienta para atravesar los primeros momentos de una conferencia o disertación.
Vencer los prejuicios: la mayor dificultad a vencer es usted mismo. Teniendo esto bien presente, olvídese del qué dirán, del temor al ridículo, a la inadecuación. ¡Es mentira que no se vuelve del ridículo! Es sólo una frase hecha. Esos pensamientos sólo lo llevan a impedir su despegue. Son sólo sus propios fantasmas que lo alejan de sus anhelos. Sea tolerante, todo se mejora con la práctica pero no lo evite, olvide su miedo crónico. No sea rígido ni exigente en su autoevaluación, pierda su cautela, arriesgue y no piense: ¡actúe! No importa el resultado, hágalo igual y ¡el éxito será suyo! Fuente