Las vacaciones largas con tu novio te revelarán sus características ocultas y te darán pistas sobre cómo será tu relación en el futuro
Cuando Tom Wilmes y Ashley Dye comenzaron a planear un viaje de buceo justo después de comenzar a salir, ignoraron los cuestionamientos y las miradas juiciosas de sus conocidos y familiares.
“Ashley y yo hicimos un romántico viaje a St. John, en las Islas Vírgenes. Tal vez fue demasiado pronto y muy inapropiado, justo cuando llevábamos pocos meses de salir”, dijo Wilmes, editor de la revista American Cowboy, que había sido amigo de Dye, abogada medioambientalista, muchos años antes de siquiera iniciar su relación. “Más de una persona nos preguntó si íbamos de luna de miel”.
“Pudo haber sido muy raro y desastroso, pero en lugar de eso nos enamoramos cada noche sobre la arena de una playa desierta. Ahí le dije que la amaba por primera vez y ahora llevamos cinco años casados, tenemos un hermoso hijo y otro que llegará en tan solo dos meses”.
Después de algunos viajes menos afortunados con exnovias, Wilmes supo que era importante que disfrutaran viajar juntos.
Buceaban por la mañana, jugaban en la playa por la tarde e iban a tomar una bebida en una playa desierta por la noche. “Simplemente nos entendimos”, dijo. “A ambos nos gusta pasar un poco desapercibidos, y ninguno se rendirá si algo de lo que planeamos no sale justo como queríamos. Somos compatibles en ese sentido”.
Ya sea su primer viaje juntos, o la muy anticipada y romántica luna de miel, los viajes aumentan la presión y pueden demostrar si te divertirás y sí sabrán resolver problemas juntos. Un viaje lleno de estrés puede llevar la relación a la extinción o a que descubras a tu verdadero amor.
“El primer viaje no solamente revelará su compatibilidad como personas que salen, sino que también les dirá como se relacionarán como una pareja casada”, dijo Allison Pescosolido, fundadora del servicio de asesoramiento Divorce Detox, especialista en superar divorcios. “Un viaje puede tomarse como si fuera una miniprueba de cómo funciona tu relación cuando están juntos las 24 horas del día y enfrentándose a circunstancias que no se previeron ni planearon”.
La falta de intereses en común o la voluntad de explorar los intereses del otro pueden surgir de forma temprana, y eso es importante, dijo Pescosolido.
Ella sugiere plantearse una serie de preguntas clave al viajar juntos: ¿tu pareja desea hacer las mismas cosas que tú o negocia sus decisiones? ¿Ella se vuelve loca con las demoras inesperadas o se queja cuando sus planes se desvían? ¿Él trata al personal del hotel o de los restaurantes con respeto, o hace berrinches y pelea con ellos? ¿Acaso él pasa más tiempo pensando en cómo ahorrar dinero que divirtiéndose?
Las personas que se quiebran ante la presión de unas vacaciones pueden tener los mismos comportamientos en casa.
Permítete crecer
Si ese primer viaje a St. John no hubiera salido bien, los Wilmes simplemente se habrían separado. Pero eso no habría sido tan fácil para Pamela Skjolsvik, porque ella ya se había casado.
Skjolsvik conoció a su futuro esposo en San Francisco y se casaron casi dos años después. Hicieron viajes cortos cerca de la ciudad antes de casarse, pero nunca uno largo.
Cuando su prometido le propuso que su luna de miel fuera un viaje de aventura: tres semanas por Estados Unidos y que lo hicieran en la camioneta de él, ella accedió para no decepcionarlo. Pero la verdad era que temía andar en una camioneta sin aire acondicionado, sin baño y sin secadora de cabello; temía por los bichos y los posibles asesinos seriales que podrían atacarlos en el camino.
El punto de inflexión se dio en Carlsbad Caverns, un parque nacional en Nuevo México, infestado de murciélagos. “Simplemente me di cuenta, mientras veía a los murciélagos, de que esto era divertido”, dijo. “Dejó de importarme como me veía en ese momento. Y después de eso fue mucho más divertido. Me divertí tanto”.
También tuvo la oportunidad de ver a su marido desde una nueva perspectiva y se permitió a acercarse aún más a él.
“Él podía hacer cosas de las cuales yo no tenía ni idea, como una fogata”, dijo. “Este hombre sabe viajar y adaptarse a su entorno”, pensó. “Realmente tuve la oportunidad de conocerlo y apreciarlo. Probablemente fue un punto de inflexión para mí”.
Ese es un beneficio significativo de viajar juntos. “Tómalo como una oportunidad de aprender a realmente estar ahí el uno para el otro. De eso es de lo que se trata una buena relación: de dar y recibir. Y es una oportunidad de acercarse el uno al otro”, dijo el médico Amir Levine, psiquiatra, neurocientífico y autor del libro Maneras de amar: la nueva ciencia del apego adulto y cómo puede ayudarte a encontrar el amor y conservarlo.
Las personas pueden cambiar
En retrospectiva, la editora técnica Paulette Beker dice que ella debió haberse separado justo después de su luna de miel.
Beker creció con caminatas por el bosque, tenía una pasión por la fotografía y pensó que su futuro esposo compartía sus intereses.
Antes de casarse, había comenzado a viajar sola porque su exnovio prefería vacacionar en elegantes hoteles de Nueva York y Newport. Ella había roto esa relación y se había casado con su marido en parte porque pensó que compartían intereses.
“Si le atino a la temporada de florecimiento, completar un camino podría llevarme el doble del tiempo de lo que dice la guía de viaje”, dijo Beker.
Algunas veces los patrones negativos tardan en emerger. Justo antes de la boda “me informó que no podría tomar más de 5 rollos de película fotográfica durante nuestra luna de miel, para asegurarse de que no pasaría más tiempo con mi cámara que con él”.
A Beker no le importaba viajar sola. Pero su marido no quería negociar para explorar los intereses de ambos y no se sentía cómodo cuando ella buscaba realizar sus sueños por su cuenta. La pareja se separó después de seis años.
El no querer compartir tus intereses es una clara advertencia, explica Pescosolido. “Podría ser señal de egocentrismo o renuencia a intentar cosas que no son familiares”, dijo. “A menos que ames la rutina, esto podría hacer que termines con una pareja rígida y aburrida”.
Usar el viaje para encontrarse a uno mismo
Heather disfrutaba acampar y explorar su país, Estados Unidos, junto con su marido y sus dos perros cuando iniciaron su relación hace más de 22 años.
Con el tiempo ella descubrió que los incómodos y largos viajes en avión a Asia valían la pena para poder explorar lugares que ansiaba conocer, pero su esposo, de quien ahora está separada, prefería viajes más cercanos a su hogar en Denver, Estados Unidos.
Así que ella comenzó a viajar por su cuenta. “Al final de nuestro matrimonio solíamos hacer viajes cada uno por su parte para así escapar el uno del otro y del dolor que nuestra relación nos causaba”, escribió Heather desde Bali, donde ahora vive.
“No importaba quién estuviera lejos, estábamos más felices que cuando estábamos juntos”.
Las parejas felices pueden realizar viajes por separado, pero deben trabajar en su relación en otros sentidos. Eso no fue lo que paso con Heather y su esposo. “Usábamos nuestro tiempo separados para crecer como individuos, lo que definitivamente no nos ayudó a crecer como pareja”.
Viajar sin presiones
Y luego está la experiencia de ese viaje que voltea tu mundo de cabeza.
El tren nocturno de Florencia a Viena estaba lleno pero Mariana Lamaison, de Argentina, y su amiga, tuvieron suerte de encontrar sitio en una cabina que sólo estaba ocupada por un joven estadounidense: Zachary Sears.
“Nos dimos cuenta de que habíamos planeado el mismo viaje: Viena, Praga, Berlín”, dijo Lamaison. Los tres jóvenes decidieron viajar juntos por Europa durante ese verano de 1997.
“Inmediatamente supimos que teníamos los mismos intereses sobre las mismas cosas”, dijo. “Queríamos conocer el arte clásico y la historia. La primera noche asistimos a un concierto de música de Mozart en Viena, un concierto tradicional donde todos en la orquesta se visten de forma clásica”.
Se hicieron amigos y cuando se separaron una semana después, Lamaison y Sears se echaban de menos y se escribieron cartas durante tres años. Cuando ambos tuvieron correos electrónicos, rápidamente se dieron cuenta de que deseaban algo más. Lamaison voló a Estados Unidos, supuestamente para estudiar inglés. La pareja se casó en 2001 y hoy viven en las afueras de Filadelfia con sus tres hijos.
Ese primer viaje le mostró a Mariana cómo era su entonces nuevo amigo hoy esposo. No fue solamente el que les gustaran las mismas cosas. Cruzar fronteras y atravesar aduanas, pasar seguridad y cambiar divisas; Lamaison vio al hombre con quien se casaría: un hombre calmado, respetuoso y organizado.
“Simplemente me gustó la manera como se conducía”, dijo. “Puedes ver el valor de las personas en esas situaciones”.
Fuente: http://mexico.cnn.com/