Se ganaba la vida moviendo la cola. Todos los días deambulaba por las calles de Valparaíso, buscando comida y cariño de los marineros o visitantes del famoso puerto chileno.
Hasta que un día tuvo un golpe de suerte. En un mirador y sacándose una foto con la bahía de fondo estaba Kaylan O’Connor. No lo pensó dos veces. Se acercó y se sentó a los pies de la turista estadounidense, quien se enamoró perdidamente de él.
Fue un flechazo a primera vista y pasaron juntos las ocho horas que ella y su familia estuvieron en el puerto, como parada final de su viaje en crucero.
O’Connor estaba casada, pero a su marido no le importó.
«Saltó a nuestros brazos como diciendo ’hola’. Era tan dulce y nos siguió todo el resto del viaje jugando con nosotros. Sabíamos que necesitaba un hogar y nos encantan los perros», le cuenta O’Connor desde Seattle.
Así comenzó la historia de amor de Kaylan y Chili Dog, el perro callejero color chocolate que la sedujo y en el cual se gastó casi US$2.000 para poder darle un hogar en otro lado del continente. «Dinero bien gastado», según la propia Kaylan le cuenta a BBC Mundo.
Kaylan debió abordar el crucero de regreso. Tuvieron que despedirse, pero no para siempre.
Un perro en un pajar
Ocho horas fueron suficientes para que Chili Dog se quedara estampado en la mente de los O’Connor. Tanto así que ya de regreso, a fines de febrero, buscaron en internet asociaciones de defensa de los animales en Chile para ver si era posible gestionar que Chili Dog se convirtiera en su mascota en Seattle.
«Me llegó un mail en inglés de una estadounidense que decía que se había enamorado de un perro de la calle y que quería que se lo mandara a Seattle. Lo leí con escepticismo, me pareció extraño y no lo pesqué (no le puse atención)», le relata a BBC Mundo Alexis Castillo, director de la Red de Defensores y Rescatistas de Animales (EDRA), con sede en Santiago, a unos 120 kilómetros de Valparaíso.
Finalmente le contestó el correo y comenzó el diálogo, donde Kaylan le contó el caso y le mandó fotos del perro.
Alexis le explicó que no iba a ser fácil ni barato. Primero, porque desplegar la búsqueda de un «quiltro» -nombre que reciben los perros callejeros en Chile- entre los cientos de canes que merodean entre los cerros y el puerto de Valparaíso era un riesgo que podía tomar semanas y terminar sin resultados positivos. Y segundo, porque de encontrar el perro, el trámite para poder enviarlo al exterior sería largo y tedioso.
Todavía escéptico, Alexis decidió poner a prueba a su interlocutora. «Le dije que necesitaba US$100 para ir a buscarlo y que si me lo enviaba ese mismo día antes de la medianoche yo podía ir al día siguiente. La verdad es que no tenía fe, pero en 20 minutos me había mandado US$200 por Western Unión. Parece que era verdad», relata Castillo.
Le pidió a dos amigos que lo acompañaran y pasaron todo ese domingo, pero no lo encontraron. Volvieron a ir, esta vez con dos voluntarios expertos en animales. Recorrieron el puerto en bicicleta hasta la 01:30 am, pero nada.
Así siguió la búsqueda, siempre financiada por Kaylan desde Seattle. Imprimieron 400 folletos que repartieron por el puerto y se contactaron con las instituciones de rescate animal locales, pero si no fuera por la foto de Chili Dog a los pies de la estadounidense, parecía que el perro no existía.
Un mes después de iniciada la búsqueda y cuando las esperanzas parecían perdidas, Alexis recibió un mail de una voluntaria que ayuda y esteriliza animales en Valparaíso. «Estimados Señores, leí un artículo sobre un perrito que buscan desde EEUU, lo encontré». Al comparar las fotos no había duda, el perro era idéntico a Chili Dog.
Preparativos para cruzar el continente
Una vez encontrado Chili Dog, comenzó el proceso para convertir al vagabundo de la calle en un lord digno de tomar un avión y cruzar el continente. Tuvieron que ponerle la vacuna antirrábica, esterilizarlo, desparasitarlo y convencer a una aerolínea de transportarlo.
Calcularon que el perro tenía unos 2 años, es decir, joven y lleno de energía. También concluyeron que no había nacido en la calle, sino que había sido abandonado.
Durante un tiempo el propio Alexis se hizo cargo de él. «Es muy hiperquinético, muy juguetón y cariñoso. Es un quiltro muy inteligente. Al principio se negaba a subirse a la camioneta, pero cuando se dio cuenta de que cada vez que lo hacía era para llevarlo a un lugar más entretenido, se subía solo y se sentaba», le cuenta a BBC Mundo.
Tras un engorroso proceso que duró dos meses -el doble de lo presupuestado- Chili Dog logró subirse a un avión rumbo a Seattle.
Luego de un viaje de casi 20 horas, el martes 28 de mayo Chili Dog arribó sano y salvo a Seattle.
Dejó las calles y hoy vive cómodo y feliz junto con la familia O’Connor y sus nuevos amigos canes Auto y Klaus, las dos previas mascotas de la casa. «Normalmente a mis perros no le gustan los otros perros, pero apenas llegó Chili Dog le permitieron estar en la casa y compartieron sus platos de comida y agua. Creo que ellos sabían que Chili necesitaba un hogar», le dice Kaylan O’Connor a BBC Mundo desde Seattle.
Hoy el perro mendigo se convirtió en príncipe y vive como rey. Come varias veces al día, sale al parque y hasta le hicieron una acuarela en su honor. Chili Dog es un perro que cumplió su propio sueño americano.
Subsidio habitacional perruno
Aunque no hay estadísticas oficiales, Chile cuenta con unos 550.000 perros callejeros, según cifras del Colegio de Veterinarios de Chile publicadas en 2010.
A partir de la falta de políticas generales para enfrentar el problema, las organizaciones de defensa animal han tratado de hacer frente al tema de distintas formas.
Una de las iniciativas más novedosas, desarrollada por EDRA, es el Subsidio Habitacional Canino, el cual provee casas para perros vagos en cinco comunas de la capital chilena.
La idea es que vecinos que alimentan y conocen perros de la calle se hagan responsables de una casa para ellos.
La iniciativa es subsidiada e instalada por EDRA, previo compromiso del postulante a cuidar al perro beneficiario.
Fuente:http://www.bbc.co.uk/mundo/