Hay muchos motivos por los que una relación amorosa puede llegar a su fin y cualquiera sea su causa el dolor que produce es intenso. Pero, también es parte de un proceso de aprendizaje interior para pulir nuestros defectos y así, aprender a amar mejor.
Ninguna ruptura amorosa es positiva, porque desde el vamos conlleva una desestabilización emocional y de ciertas costumbres que hasta el momento conformaban la vida de esas personas, de esa pareja que se ha disuelto. Sin embargo, en cuestiones del amor también se cumple un ciclo de vida y muerte que se renueva constantemente. Veamos cuales son los pasos para ir superando la ruptura.
Evaluar la situación desde el corazón
Es complicado al principio y por causa del dolor saber si el amor en la pareja se perdió, si se había trasformado en rutina, si no se dio un crecimiento parejo, si la relación no era de amor sano, si se perdió el deseo, o la magia del amor… por ello, calmarnos y evaluar la situación detenidamente es parte del proceso necesario para ir superando la perdida.
Debemos contemplar los sentimientos siendo conscientes de ellos, escuchando nuestro corazón, y sólo de esa forma sabremos las dimensiones reales que esa relación tenía para nosotros ya que muchas veces solemos aferrarnos a otra persona como salvadora de nuestras falencias, miedos… y pretendiendo que nos de “seguridad” – la que sólo es posible si la comprendemos primero en nosotros mismos-, sin amarla de forma verdadera.
Por supuesto que no es superar una ruptura cuando tenemos herido y dolido el corazón, pero nada se pierde, sino que se transforma, y ese amor que se está diluyéndose habrá de transformarse, al igual que un preparado mágico, en una nueva y mejorada composición.
Hacer el duelo de la pérdida
Los seres humanos solemos aferrarnos a las cosas pensando que eso nos da seguridad, estabilidad, fortaleza, etc. El duelo consiste en darse cuenta de que eso sólo nosotros mismos podemos obtenerlo indagando hacia nuestro interior. Una vez que nos damos cuenta, podemos desprendernos de lo externo sin sufrimiento.
El duelo suele ir acompañado de dolor, sufrimiento, de un estado de confusión donde no entendemos qué es lo que ha ocurrido, aparece un sentimiento de frustración, vacío, baja la autoestima, etc., y en general un remolino caótico de sentimientos que normalmente solo aportan negatividad.
Pero cuando van pasando los días la situación se va normalizando, nos vamos acostumbrando a ella y todos los sentimientos anteriores van perdiendo dramatismo. A su vez, durante ese proceso vamos adquiriendo recursos personales que nos permiten comprender la situación y que van abriendo el camino que nos lleva a asimilar lo ocurrido. Allí es cuando empieza el cambio, la nueva etapa.
Meditar para equilibrar el yo interior
Asimilar que una relación ha concluido es tarea ardua, no debemos descuidar los avances realizados ya que las heridas producidas por la pérdida puede volver a abrirse. Por ello, es necesario fortalecernos interiormente. Una de las formas es simplemente, a través de una simple pero sincera meditación:
– El proceso de aprendizaje de lo que uno tiene que corregir requiere de lentitud, constancia y esfuerzo. Ahora no es momento de juzgarse.
– Se debe ir despacio, relajar la mente y los pensamientos confusos.
– Debemos respirar hondo y llevar siempre la conciencia hacia nuestro pecho. Tratar de poner la mente en el pecho, en el corazón, escuchar esas vibraciones auténticas.
– Sentir de dónde provienen, si de lo externo, lo propio, los condicionamientos morales… eso nos ayudará a poder digerir el dolor.
– La mente es la pantalla donde el corazón proyecta sus imágenes y logra que sean auténticas y certeras.
– Darnos cuenta de que lograr la evolución es una tarea que necesita dedicación y compromiso.
Sanar las heridas del pasado
Una de las herramientas con las que se puede dejar atrás el pasado es replantearse la concepción que uno tiene de lo que es una pareja.
Darío Lostado (filósofo, psicólogo y escritor) plantea que para que una relación funcione desde una perspectiva plena, amorosa, comprensiva y de tierna unión será necesario que la personalidad de ambos integrantes sea normal y equilibradamente madura.
Esto significa:
– Respetar el derecho que cada persona tiene de ser uno mismo, sin obligarse a cambiar gustos o ideas, ni manipularse en nada.
– Amarse no es poseerse.
– Cada uno debe mantener su personalidad.
– Renunciar a caprichos en bien de la unión y para complacer a la pareja.
– Dialogar compresivamente, sin cerrazón ni terquedad ciega.
– Amar por lo que cada uno es y por lo que puedan llegar a ser.
– Decir con confianza aquellas cosas con que su relación puede mejorar, sin necesidad de imponer un modo determinado de conducta.
– Ceder ante caprichos o gustos sin reclamos posteriores.
– Respetar la intimidad del otro, reconociendo el derecho que cada uno tiene de mantener una parcela privada y exclusivamente suya, sin que nadie la profane ni siquiera bajo el pretexto de que “entre nosotros no debe haber nada secreto”.
– No echar en cara los sacrificios que uno hace por el otro.
– Estar pendiente de lo que uno puede hacer por el otro y no de lo que puede recibir.
– Cada uno puede seguir teniendo sus gustos y preferencias y no renunciar ninguno de sus derechos individuales ni cederlos al otro.
– Cada uno tiene derecho a tener sus propias amistades.
– Mantener espontánea y natural delicadeza en el trato y que la confianza no se confunda con la vulgaridad y grosería.
– Saber perdonar las transgresiones de las pequeñas cosas.
– Recordar que están unidos no porque sean indispensables el uno para el otro sino porque con su relación se están ayudando a crecer como personas, enriqueciendo mutuamente psíquicamente y pueden hacerse cada día más felices.
– Saber que todo lo bueno tiene sus riesgos, pero también sus recompensas. La vida de pareja también.
Aceptación de una nueva etapa
Si no existe evolución en la persona sobre los errores cometidos en su relación, no podrá conformar un mapa de ascensión en asuntos del amor. Una transformación y la evolución interna en la forma de amar serán fundamentales para pararse ante la vida desde otro punto, dejar ir el pasado.
En esta etapa debemos centrarnos en buscar y fortalecer nuestro amor propio. Ya que muchas veces el fracaso del amor produce baja autoestima, se viene abajo el mundo conocido hasta ese entonces y uno puede sentirse poco valioso.
Vivir el presente
Ayer ya pasó y no existe. Uno puede decir: pero queda la tristeza, el dolor, las preocupaciones… No! Eso depende de cómo uno encara su día. Hoy es el momento para renovar la vida, vivir intensamente, amar lo que no se amaba, y ver todo de forma más plena, gozosa y feliz.
Debemos enterrar el pasado tortuoso, temores, miedos, odios y antipatías y comenzar a mirar con ojos nuevos a todos los que nos rodean. Así, pronto se descubre que la vida es muy valiosa para quedar atados o prendidos en esa relación amorosa que no pudo ser. La superación de ese dolor depende de cómo plateemos día a día, y veremos que poco a poco la tristeza se va para dar lugar a un amor más intenso. Fuente