Como consecuencia de los controles que implementaron en forma conjunta el Banco Central, la AFIP y la Secretaría de Comercio, el mercado retomó algunos mecanismos alternativos para hacerse de billetes verdes. Éste es uno de ellos. Sepa cómo funciona y de qué manera se determina su precio
Más allá de diferencias conceptuales, e incluso ideológicas, existe amplio consenso entre los analistas y operadores de que cuando se reprime el acceso a un mercado -al cual fluían libremente la oferta y la demanda- automáticamente surgen otros que buscan «replicarlo».
Algunos de forma perfecta, otros de modo imperfecto, según las circunstancias.
También surge de la evidencia que el precio que se paga por el bien que se comercializaba en dicho mercado comienza inevitablemente a subir, producto de las propias restricciones.
En buen romance, al resultar la oferta insuficiente para abastecer la demanda, muchas personas se muestran dispuestas a pagar un «plus».
Estas premisas son aplicables a todo tipo de bienes y se hacen extensivas a la plaza cambiaria, en la que se gesta un doble circuito: el oficial y el paralelo. Este último es el que capta a todo ese caudal de público interesado en abonar de más para asegurarse el bien o escaparle a los controles oficiales.
Cuanto mayores sean estos controles y más elevadas las restricciones, más amplia tiende a ser la brecha de cotización entre uno y otro.
Lo ocurrido a partir del 28 de octubre pasado no hace más que traer a la memoria lo que sucedía en las décadas del 70 y 80 en el país, cuando a los argentinos se los veía más ocupados (y preocupados) en seguir el precio en la plaza marginal que el valor de pizarra que exhibían bancos y casas de cambio.
Demanda verde «crujiente»
Ante las mayores restricciones oficiales, los argentinos recurren a distintas vías a la hora de tener que dolarizar sus tenencias.
Y éstas van desde las más simples (arbolitos o cuevas), pasando por algunas intermedias (compra de bonos) a otras más sofisticadas (conta con liqui).
En lo que se refiere a la adquisición de títulos, se recurre a aquellos emitidos en dólares que paguen renta o amorticen capital en el corto plazo. Ésta es una apuesta que concluye el día en el que el Tesoro efectúa el pago, acreditando en la cuenta del tenedor el monto correspondiente.
El caso más reciente fue el protagonizado por los cupones atados al PBI en dólares que, a mediados de diciembre de 2011, pagaron una renta en efectivo de u$s4,4 por cada 100 unidades.
También se destacó el pago de los Boden 2013 y 2015 y del Bonar 2017, que a lo largo de abril abonaron u$s651 millones en concepto de intereses, razón que los hizo muy tentadores para calmar el apetito dolarizador.
Ya para más adelante, la próxima estación será la amortización final del Boden 2012 que se despedirá el 3 de agosto, cuando el Gobierno abone los u$s2.500 millones de su último cupón.
En lo que se refiere a otro mecanismo para hacerse de dólares surge un nombre que está en boga y que ha ganado en intensidad, a la par de los controles oficiales: el llamado «contado con liquidación» o – tal como es conocido en la jerga- el «conta con liqui».
¿De qué se trata el «conta con liqui»?
Es una operatoria bursátil mediante la cual una persona o empresa transfiere fondos al exterior a través del Mercado de Valores.
Técnicamente la operación es así:
- El inversor compra en el mercado argentino acciones o títulos públicos nominados en pesos, con la particularidad de que éstos también tienen cotización en el exterior.
- Hecho esto, solicita que se le transfieran dichos títulos a una cuenta de afuera.
- Acto seguido, vende esos papeles, quedándose así con los fondos obtenidos depositados en otro país y en billetes verdes.
Técnicamente, el «conta con liqui» surge de la diferencia entre el precio de venta en dólares y el de compra en pesos (cabe apuntar que la operación también se puede hacer a la inversa para ingresar fondos a la Argentina).
¿Cómo se calcula la cotización del «conta con liqui»?
Para el cálculo de la cotización del «conta con liqui» se compara los precios vigentes de un bono o acción aquí y en el exterior.
En cifras:
- En el Merval cotiza a $103,80 (abril).
- En Wall Street, el «precio implícito» es de $85,61.
- A nivel local, su mayor cotización se explica, justamente, por el atractivo que ofrece como vía para sacar dólares.
- Es así como surge una diferencia porcentual entre ambas plazas, que en abril alcanzó los 21,3 puntos.
- Si al dólar mayorista ($4,417) se le adiciona ese incremental (21,3%) se obtienen los $5,36 que es la cotización del llamado dólar de «conta con liqui«.
Una aclaración para quienes buscan «hilar fino». El precio en Wall Street de Tenaris proviene del valor de los ADR («American Depositary Receipts», o certificados negociables, que representan la tenencia de una o más acciones de la compañía. En el caso particular de esta firma se compone de dos).
Grandes players
En la práctica, los títulos valores que se aplican a esta operatoria son abastecidos por cuatro grandes operadores, que desarrollan su actividad con papeles de su propia cartera.
Según confió en estricto «off the record» el director de una sociedad de inversiones, con sede en un distinguido edificio de la Recoleta, «prácticamente el mercado se forma y el precio se fija en función de lo que ellos operen«.
«Pero lo interesante es que así como mandan las acciones o los bonos afuera para la fuga, luego los recompran y los reingresan«, agregó la fuente consultada.
«Cada vez son más quienes se interesan por esta operatoria. En el caso de las empresas, porque no pueden girar utilidades. Y todo esto repercute en el volumen y cotización, que crece día a día», explicaron desde la mesa de dinero de un importante banco nacional.
Los fondos depositados en el exterior son considerados de libre disponibilidad y, por lo tanto, pueden ser utilizados para atesorar y también para cancelar obligaciones externas, como ser deudas comerciales.
Según la comunicación «A 48.498» del Banco Central, para que no haya contingencia cambiaria -y avalando la legitimidad de la operatoria en cuestión- la compraventa de los títulos no debe hacerse en forma simultánea.
Teniendo en cuenta esta salvedad, este mecanismo es totalmente legítimo e irrefutable, tal cual lo advierten los estudios legales e impositivos más importantes de la Argentina.
Su origen se remonta al 2002, cuando fue muy utilizado por muchos inversores para saltear el tristemente famoso «corralito», sin incurrir en ninguna contingencia legal en cuanto normativa cambiaria de aquél entonces.
¿Qué papeles se usan para la operatoria?
Los títulos públicos más utilizados para realizar esta operatoria de «conta con liqui» son el Boden 2015 y el Bonar 17, en tanto que en el caso de las acciones, se suman algunos ADRs, que son certificados de acciones argentinas que cotizan en Nueva York.
En el último caso, los operadores señalaron a iProfesional.com, que las más demandadas corresponden a las empresas Tenaris, Grupo Financiero Galicia y Banco Macro.
La menor brecha entre el dólar oficial y el de «conta con liqui» es indicativo de que la fuga de capitales se encuentra en niveles reducidos. En sentido inverso, cuando se amplía, es un mal síntoma para el mercado. De ahí la importancia de este indicador.
En tal sentido, merece destacarse la forma en que evolucionó desde el inicio del segundo semestre del año pasado.
En aquel momento, la diferencia apenas alcanzaba al 2,4%. Pero fue creciendo a medida que se iba restringiendo la plaza cambiaria, para tocar un punto máximo del orden del 19% en octubre pasado.
Cabe apuntar que el derrumbe de la brecha para el lapso comprendido entre noviembre y febrero de este año se debió a la presencia de la ANSES en el mercado, que salió a ponerle freno a la disparada.
En aquel entonces (octubre), la mesa de dinero oficial había logrado bajar la cotización vendiendo bonos en dólares contra pesos en el mercado local. Pero, una vez que se retiró, dicha brecha comenzó a estirarse, primero lentamente, pero luego fue ganando en velocidad.
Más allá del atractivo que representa en las actuales condiciones la posibilidad de hacerse de billetes constantes y sonantes, algunos operadores sostienen que la divisa oficial se encuentra retrasada.
«Con la foto actual, y yéndonos al máximo nivel de competitividad alcanzado durante el período 2003-2008 -sin contar el pico devaluatorio del 2002-, el valor de la moneda local debería ser de $6 por dólar«, estimó Delphos Investment en un informe financiero.
La consultora agregó que «el mercado percibe estos desajustes y sus expectativas se depositan sobre los activos en moneda extranjera«. Y agregó que «en el mercado mayorista oficial, sin embargo, la autoridad monetaria intenta aplacar estos movimientos».
La brecha -ahora en un 21,3%– se ha venido ampliando en el último tiempo y está tocando los máximos niveles de la historia reciente.
En efecto, ya superó la registrada cuando se produjo la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008 (21%) y se acerca a la del 31 de octubre del año pasado, apenas se conoció el cepo cambiario (21,8%).
Según Fausto Spotorno, economista de Orlando Ferreres y Asociados (OF&A), «la reciente disparada del dólar de contado con liquidación se debe a que se da una demanda adicional de billetes verdes, resultado de las medidas de trabas a la importación y también por la reforma de la Carta Orgánica del Central, ya que el mercado tiende a pensar que las reservas de la entidad ahora son un depósito, cuando en realidad son un seguro».
«Creo que las últimas iniciativas del Gobierno y la fuerte suba del contado con liquidación, lo que nos está indicando es que se generó una nueva matriz de precios relativos entre los bonos en dólares que se pueden comprar con pesos y el billete físico», agregó Spotorno.
De acuerdo a Daniel Marx, director de Quantum Finanzas, «la suba es el resultado de una combinación de factores«.
«Entre ellos se destaca una mayor liquidez en el sistema, una devaluación reciente del real, que generó un ‘efecto simpatía’ hacia la Argentina, y también la incertidumbre local«, sostuvo Marx.
«Con respecto a este último punto, creo que ésta se conformó a partir del elevado nivel de inflación, los problemas que comenzaron a surgir con los exportadores y las negociaciones salariales, que están en plena discusión», concluyó el director de Quantum.
«Parece curioso que la ANSES no esté interviniendo vendiendo bonos contra pesos para bajar la cotización, tal como lo hizo. Se especula en el mercado que si la entidad dirigida por Diego Bossio sale a bajar el liqui, mediante la venta de títulos, el mercado se llevaría gran parte de esa oferta«, razonaba el operador de una tradicional casa de bolsa porteña.
«La diferencia entre lo que pasaba antes y ahora, es que tenías un mercado de cambios que funcionaba. Hoy eso no existe, compran los pocos que pueden. Si la ANSeS sale a vender bonos con un tipo de cambio implícito de $5,50 para bajar los precios, el mercado se los compra todos», especulaban desde otra mesa de dinero.
Lo curioso es que el Gobierno aún no avanzó en mayores restricciones en esta práctica, porque como explicó recientemente Mercedes Marcó del Pont, es «el precio que algunos están dispuestos a pagar» para asegurarse los dólares y cobrarlos en el exterior.
De alguna manera, tranquiliza al Banco Central el hecho de que la operatoria diaria no supere los u$s25 millones, frente a los u$s350 millones que se mueven en el segmento mayorista.
Pero, desde la vereda de enfrente, la visión es otra. Con el avance de las cotizaciones, su valor sigue ganando terreno al momento de tomarlo como referencia para fijar aquellos precios en pesos que toman como parámetro la divisa estadounidense.
Fuente > http://finanzas.iprofesional.com