Cómo navegar sin dejar huellas en la Web

Cómo navegar sin dejar huellas en la Web

 

Cómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebCómo navegar sin dejar huellas en la WebSube fotos de sus hijas y las saca a los pocos días.

Cuida sus comentarios y evita clickear en el botón “me gusta / no me gusta” de Facebook.

Su historial de Twitter dice que Roberto Anselmino sólo comenta noticias y siempre en un tono sobrio.

Roberto usa todo: Google, Facebook, Twitter, YouTube y la red profesional LinkedIn. Pero en todas se cuida. Y mucho.

“Trato de no dejar un historial, soy muy cuidadoso y en todas las redes sociales que uso tomo medidas de seguridad. No soy un adicto, las utilizo como una forma de mantener una relación profesional”, cuenta Roberto, 50 años, padre de dos nenas y vecino de Villa Elisa.

Para él, las redes son fundamentales para su trabajo. Es consultor en comunicaciones. Pero con el tiempo no sólo les tomó desconfianza sino que además aprendió a administrar la información que deja circular en la Web.

Por ejemplo, dejó de hacer comentarios en blogs porque un día descubrió que muchos aparecían reproducidos al infinito en otros blogs donde él nunca había entrado. Nunca deja en su Facebook información personal, gustos, horarios. Si tiene que arreglar una cita, lo hace por el chat o en mensajes privados, jamás en el muro. Y también adoptó la costumbre de buscar su propio nombre para ver qué es lo que se dice de él, en qué menciones aparece o si le están robando la identidad.

“Yo vigilo mucho lo que aparece sobre mi nombre –dice–. Me interesa transmitir mi reputación laboral. A medida que vas practicando en redes sociales vas aprendiendo. Es cuestión de sentido común”.

Para Roberto, se trata “de hacer un trabajo de contrainteligencia”. Y también de olvidar uno de los preceptos de las redes, contarle al universo cada detalle de la vida privada como si el universo estuviera realmente interesado en conocerlos.

Algunas pistas interesantes

Aunque no se vea, en Internet siempre quedan rastros de la navegación. Y se acumulan huellas hasta formar un casi perfecto historial con los gustos y preferencias de cada individuo.

Si bien en la Web resulta imposible volverse invisible, se pueden adoptar ciertos cuidados para dejar la menor cantidad de huellas posibles.

Para los que usan Gmail, una de las reglas puede ser deslogearse de la cuenta cada vez que se terminó de usarla, de manera que al ingresar al resto de los servicios de Google, como YouTube, por ejemplo, no nos reconozca y rastree lo que hacemos. Otra alternativa es combinar una cuenta como Hotmail o directamente Outlook, con búsquedas en Google.

A la hora de buscar datos, se puede probar con DuckDuckGo, un buscador que propone el respeto a la privacidad del usuario porque no recoger información que lo identifique como tal. La revista Time lo destacó en 2011 como uno de los mejores 50 sitios.

Para quien decida extremar los cuidados, Browser Cleaner (http://tcpmonitor.altervista.org) es un programa gratuito que permite borrar con un clic todo los rastro virtuales: caches, historiales de descarga, contraseñas de sesiones iniciadas, nombres de usuarios y demás información privada.

Si la situación se salió de control y se quiere cortar por lo sano, el sitio Suicide Machine (http://suicidemachine.org) bajo el lema “es fácil entrar pero difícil de salir” borra definitivamente las cuentas de Facebook, Twitter y LinkedIn. Para activar la explosión, basta con ingresar nombre y contraseña.


Fuente: http://www.clarin.com

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